No me voy a morir

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-No me importa, necesito entrar.

La imagen era graciosa: Max en una silla de ruedas siendo detenido por otros dos pilotos también en silla de ruedas.

Estaban impidiendo que el rubio pasara a la habitación del mexicano. Lo hacían porque sabían que Checo aún seguía inconsciente y necesitaba demasiado descanso, por lo que no deseaban interrumpir.

Aparte de que en realidad sí tenían algo de miedo por las amenazas de Torger Wolff.

-Usa el cerebro, cabrón- lo regañaba Carlos.

-Deberías de saber que aún no podemos verlo- Charles intentaba hacer que el sentido común llegara a la cabeza del neerlandés.

-Aunque no me caen bien, tengo que admitir que tienen razón- Lewis aportó a la conversación.

Los otros pilotos lo miraron con enojo. No les estaba gustando la actitud del británico, en realidad desde que Chequito había aparecido, parecía que había cambiado de una manera positiva. Pero cuando salió la noticia sobre la demanda, su actitud empeoró de repente.

-Mejor guarda silencio si no tienes algo mejor que decir- George gruñó al lado de Alex y éste solo pudo rodar los ojos y suspirar.

Alex sospechaba que algo malo estaba sucediendo entre los pilotos de Mercedes. No solo lo decía por lo que se habían dicho en el grupo de WhatsApp, sino porque muy seguido tenían peleas sin sentido y parecía que buscaban probar algo. Aparte, había visto a George, Mick y Toto muy juntos últimamente y sentía que tramaban algo.

Sin embargo, no era su problema.

-A veces en verdad los odio a todos ustedes- dijo Lando mientras Oscar se sobaba las sienes por haber escuchado a su compañero quejarse de toda la parrilla como por décima vez en el día. El australiano quería a Lando, de verdad lo hacía, pero a veces se cansaba de escucharlo hablar de los demás pilotos a cada rato. 

Lewis estuvo a punto de decir algo pero Max logró abrir la puerta y entró de manera brusca.

Todos se asomaron al interior (por curiosos, no por otra cosa) y se sorprendieron al ver a Checo conversando alegremente con Nico Rosberg y una de las cosas que notaron era que había algo raro en el mexicano.

Su mirada ya no estaba llena de picardía, en su lugar había calma y tranquilidad, tenía de nuevo esa barba que a más de una persona le encantaba y había regresado esa sonrisa llena de juventud.

-Sergio.

El nombre del mexicano salió de la boca de Max con tanta suavidad que asustó a varias de las personas que estaban allí.

El pecoso dirigió sus ojos marrones hacia el chico en la puerta y pareció encogerse en la cama.

Nico notó eso y de inmediato empujó a los pilotos fuera del lugar y dando una rápida sonrisa a Checo, salió del lugar con rabia en sus venas.

-¿Qué demonios creen que están haciendo?- preguntó con enojo el alemán- Aprendan a tocar la jodida puerta.

-Checo, él- Max balbuceaba palabras al azar, sin poder formar una oración coherente. No daba crédito a lo que veía, era su Checo, estaba de vuelta.

Varios pilotos comenzaban a susurrar cosas acerca del pecoso, pero una rápida mirada de Nico los calló.

-¿Qué hacías allí dentro? ¿Lavándole el cerebro como el idiota de allá?- Lewis señaló a Max quien seguía inmóvil en su silla de ruedas.

Carlos y Charles fruncieron el ceño ante las acusaciones del piloto de Mercedes. Estaban en desacuerdo con lo que había dicho, era evidente que Max había mejorado su conducta y estaba en camino a sanar todas sus heridas internas para lograr ser la mejor versión de sí mismo, entonces no entendían a lo que venía el comentario de Lewis.

Don't let me love youWhere stories live. Discover now