Shingeki No Kyojin | Veneco au

#3

Para una persona normal usar Google maps sería una tarea sencilla, para mi, Eren y sus padres es como pedirle a un ciego que vea o al señor de la bodega que te fie, está muy forzado que suceda, no entendemos como usar esa cosa y para colmo nunca hay señal así que de nada nos sirve, nada más hacemos el ridículo dando vueltas en círculos y gastando gasolina.

—Vergación, —gruñe Carla aparcando temporalmente a un borde de la calle—. Ajá, pregúntenle bien al amiguito suyo que donde queda su casa.

—Ajá ya va, —responde Eren, deslizando los dedos a través de la pantalla táctil de su teléfono con rapidez. Entrecierra los ojos al recibir un nuevo mensaje—. Jean me anda diciendo que hay que darle vuelta acá a la redoma, que es una casa blanca al lado de una mata y un cuji

—Aaaah ya sé dónde es eso, ¿vieron que era más fácil preguntarle?

No pues, de bolas que así es más fácil después de haberle dado seis vueltas a toda Caracas porque el Google Maps del teléfono de Eren se buguea a cada rato por la señal, también descubrimos que no nos sabemos los nombres de las calles así que Carla agarró y en medio del recorrido nos explicó con dulzura —a base de gritos con un exagerado acento maracucho— el nombre de todas las calles habidas y por haber, se lo perdono porque arrecha se ve bellísima pero naguebona, se pasa.

Llegamos a nuestro destino, donde Jean nos espera con el teléfono en manos y una sonrisa nerviosa frente a su casa. Carla activa sus mejores instintos maternos para ubicar cualquier posible amenaza y al no descubrir ninguna baja los hombros y nos ve más relajada, disimulando el alivio que le embriaga al reconocer que nuestro amigo vive en una calle bonita y seguro.

—Bueno me llaman cuando quieran que los busque. Los amo, me escriben cualquier cosa.

Recuesto la cabeza contra la parte detrás del asiento de Carla, abrazándola desde atrás.

—Yo también te amo tía querida.

Eren repite mis palabras con mofa antes darme un fuerte jalón para que abandone el auto con él, interrumpiendo el amor como de costumbre.

Carla nos tira un beso antes de irse en el auto y nosotros vamos con Jean, la verdad es la primera vez que lo visitamos y según nos llegó a comentar en clases es la primera vez que alguien lo visita a su casa desde que se mudó a Caracas ya que ajá, como que no es muy sociable o al menos no lo era hasta que nos conoció, tampoco nos quiso dar mucho detalle aunque no hace falta.

Es extraño ver a Jean sin el uniforme del colegio pero no en el mal sentido, sólo que no imaginé guardara un estilo sacado de pinterest tan marcado, usa converse amarillas super limpias y relucientes, jeans arremangados, camisa blanca y otra por encima a cuadros a juego con los zapatos. A mi me parece medio normal, sin embargo basta con ver a Eren de reojo para comprobar que le da rabia que Jean ande mejor vestido que él, porque el imbécil se vino en mono con una camisa de Itachi que compró por mercado libre y las converse todas negras y curtidas.

—¿Esperamos a Connie?

No pasa ni un segundo de la pregunta de Jean cuando oímos un fuerte ''eeeh'' a nuestro costado y nos percatamos de que está Connie del otro lado de la acera, caminando con  lentes de sol pese a que el cielo está repleto de nubes y no se atisba ni un rayo de luz. Llega con nosotros en cuestión de segundos, pasándonos a Eren y a mí los brazos por encima de los hombros.

—Qué lo qué brothers —cuestiona alzando el mentón—. ¿Entramos o qué?

Jean se debate sí dejarnos pasar o no pero se resigna rápido ya que de todos modos ya estamos ahí y no hay vuelta atrás.

Su casa es bonita, recién pintada y con las matas verdes y cortaditas formando un mini jardín, relativamente más chiquita en comparación a la de Eren pero no por eso más descuidada, más bien se nota a lenguas que Jean es hijo único porque la paz y tranquilidad que emaba esa casa desde que cruzamos el portón es una que yo tengo añales sin experimentar, incluso el amueblado del porche está super lindo, hasta me provocó sentarme ahí a tomar café con leche y echar chisme con las vecinas.