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STARS AROUND MY SCARS

Minji se sentó en el suelo, fumando de su cigarro con paciencia y calma. Su cabeza fue hacia atrás, apoyada en la puerta de cristal del balcón. Miró sus manos, miró su piel. Ah, cuánto asco le daba ver esas marcas ahí. Suspiró.

De pronto escuchó pasos dentro del departamento.
Sabía quién era. Y Sabía que llegaría con ella con el plumón amarillo.

Danielle se sentó a su lado. Quitó la tapa y dibujo estrellas brillantes, de todos los tamaños, sobre las muñecas y brazos de Minji.

Danielle dejó un beso en cada marca, siendo cuidadosa y tratando con cariño. Minji la miró.

— No entiendo por qué sigues haciendo eso. Un día volverán a sangrar.

— Y yo estaré ahí. — Confirmó Danielle viendo sus ojos. — Dibujaré estrellas, tantas que no se verá el daño. Tantas que tendrás una galaxia en tu piel.

Minji fumó. Luego, sonrió bobamente.

— Yo ya conozco una mejor galaxia. Ni siquiera tengo que salir afuera para verla.

Danielle frunció el seño. Tapó el plumón y le preguntó: — ¿Me dirás?

— Tus ojos, Dani. — Confesó sonriendo. — Tienes el universo en tus ojos.

— Y yo. — Con sus manos tocó las mejillas de Minji. — Tengo a mis estrellas favoritas entre mis manos.

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A veces Minji podía ser demasiado... inquieta. A ella no le gustaba permanecer en el mismo lugar o la misma situación por mucho tiempo. Minji
pasaba su vida siendo una visitante.

Y quizás por eso resultaba ser también muy desconfiada.

Minji creció en su país, Corea. Tuvo una infancia difícil sin embargo. Con una madre ausente y un padre adicto al juego... Minji simplemente vivió cosas que no debería a tan temprana edad. Así que cuando era mayor, Minji comenzó a trabajar después de dejar la escuela. Era flacucha, sin cualidades, sin experiencias positivas. Pero era una gran artista.

Minji dibujaba. Pintaba. Había encontrado pasión. Una pasión que llamó su primer amor. Vender cuadros de una cualquiera no le traía el dinero suficiente, así que soñaba. Minji soñaba encontrar la paz en la pasión.

Una chica apareció en su vida de repente.

Hanni era menor que ella. Pero se parecían. Hanni tenía un pasado doloroso y le gustaba dibujar.
Hanni hacía grafitis en los callejones, y un día
Minji la encontró. Sonrió por el dibujo tan extraño que Hanni hacía y dijo:

— Tenemos puntos de vista muy diferentes a lo que es un buen arte.

Mientras Minji usaba lienzos de tela, Hanni usaba paredes. Y con el tiempo se volvieron inseparables.

Juntas caminando llegaron a pasar a un lado de un local de tatuajes. Minji observó al hombre que se veía por la ventana de cristal, estaba dibujando un dragón en la pierna de una mujer.

Una idea pasó por ambas cabezas.

Meses después, Hanni y Minji tenían su licencia y estaban listas para tatuar. Probaron primero en sus pieles. Hanni le tatuó una paleta de colores. Minji
tatuó una lata de pintura.

Husseyz | 3 One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora