-7- Comunicación

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La comunicación es importante en todos los niveles de trabajo. Un mensaje incorrecto o mal cifrado puede originar un evento tipo bola de nieve y causar conflictos o disminusión en la productividad. Un empleado que se comunica correctamente, es un empleado feliz.

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Shinobu no había mentido cuando le dijo que planeaba no usar más métodos de barrera... Se tomó su tiempo, pero no mintió. Aunque le gustaba sentir el roce de sus pieles y el calor de su cuerpo, Giyuu resistió la tentación de tomarla más veces sin condón hasta que ella le indicó que era seguro hacerlo sin el anticonceptivo.

El mes que vino mientras se acostumbraban a eso fue intenso y hasta interesante. En el trabajo, solían, despistadamente, meterse a la oficina del contrario y arrebatarse a besos y sexo oral. Aunque procuraban ser discretos, había un deje de fascinación y erotismo ante el peligro de ser descubiertos. Tomioka cada vez se sentía más impaciente por estar a solas con ella. Incluso le propuso volver a pasar otro fin de semana juntos y tener sexo todo el día, pero Shinobu había declinado.

No porque no quisiera, sino porque su hermana mayor y ella tenían ya planificada una visita fuera de la ciudad. La espera por la mujer fue tortuosa. Sus ilusiones se habían desmoronado porque mentalmente ya tenía toda la rutina de sexo y de comida que concinarían juntos.

Había que admitirlo, le gustaba cocinar para ella y que ella cocinara para él. Era una conexión inesperada pero gozosa. Shinobu tenía talento para las cosas a la parilla y las sopas, él para mariscos y desayunos. No había experimentado aquello con ninguna de sus relaciones pasadas, pues la intimidad era en general fría y hasta unilateral. Cierto era que llegó hasta sentirse utilizado y eso le molestaba. Con Shinobu no era así, bueno, puede que ella fuera descara al seducirlo y le dijera varias veces que adoraba su cuerpo, pero la intimidad no era gélida.

Cuando terminaban se abrazaban y reposaban uno al lado del otro. En la oficina se aseguraban de limpiarse mutuamente y si uno se negaba a algo, había respeto y se detenían, fuese cual fuese la situación. Tomioka se sentía satisfecho de estar en aquella "extraña" relación con su sub-directora de recursos humanos. Quizás no tenían un título como tal, pero no era lo importante por ahora. En su mente sólo estaba ella. Por eso se sintió decepcionado cuando le dijo que no podría acompañarle a su casa para pasar tiempo juntos.

Se desquitó mucho con su mano. Llegaba a la cima y terminaba, pero al final sentía que algo le hacía falta.

Cuando fue lunes nuevamente, despertó animado. A pesar de su frustración, el pensamiento de verla en el trabajo le hizo sonreir. Se duchó, cambió de ropa y hasta perfumó, cosa que sólo hacía cuando salía a citas y no al trabajo, pues no solía ser tan presuntuoso. Perfectamente bien vestido y con ánimos, tomó su auto recien arreglado y condujo contento. Cuando vio el edificio de las oficinas se sintió ansioso y hasta sudó. Buscó con la mirada el auto de Shinobu, pero no lo vio. Le pareció extraño pero no bajó su humor, quizás se había retrasado.

Llegó a su sitio, caminó buscándo con la mirada algún rastro de ella, pero tampoco. Finalmente arribó a su oficina y al cerrar la puerta, ya tenía una sombra negra sobre sus hombros. No la había visto y tampoco conforme pasaban las horas. Miró el telefono y estuvo tentado a mandarle algún mensaje o llamarle, pero resistió el impulso, debido a las dudas en su mente.

Ya casi era hora del almuerzo cuando alguien llamó a su puerta. Tomioka alzó la vista con esperanza y asombrado.

—Adelante. – dijo expectante, la persona al otro lado abrió y... No se trataba de Shinobu. En lugar de ella estaba otra chica le pareció ligeramente conocida. Su rostro era frío y también cargado de un aura cansina. La chica por su parte, no parecía importarle en lo más mínimo si él no andaba de humor o su repentina entrada le había terminado de decepcionar.

Secretos de oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora