Capitulo 3

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Jin

De algún modo, había llegado a Grosvenor Place, donde estaban las oficinas de Identity, con apenas tres minutos de margen.

Todo lo que había ocurrido en mi piso lo había metido en una cajita. Había enterrado la caja en ese lugar profundo de mi psique donde el trauma acaba convirtiéndose en humor negro.

Para ser sincero, no me veía riéndome nunca de ello. Ahora mismo, me conformaría con poder borrar la imagen de ellos follando. ¿Existía la lejía cerebral? Porque si era así, necesitaba un cubo lleno de ese producto en Amazon Prime.

Conduje calle abajo, buscando aparcamiento. Genial. Ni una puta plaza. Peor aún, algún imbécil había abandonado su coche en medio de la calle, fuera del edificio, bloqueando la carretera. Además, era una vehículo de lujo.

—Ricos hijos de puta que se creen con derecho y no piensan en los demás, la gente normal... —Puse el intermitente de golpe, esperando un hueco en el tráfico que se aproximaba para rodearlos.

Cuando encontré un hueco en una calle cercana, llevaba más de diez minutos de retraso. Me corría el sudor por la espalda mientras caminaba por la acera. Sentía que la corbata me ahogaba. No estaba acostumbrado a llevarlas. En mi oficina actual se llevaba un atuendo informal, pero no me había arriesgado a no ponérmela para esta entrevista. Era demasiado importante como para dejar que algo tan simple como mi vestuario la fastidiara.

No es que importara ahora que llegaba tarde. La peor forma de causar una primera impresión.

No me di cuenta de la multitud hasta que estuve a unos metros de distancia. Al detenerme bruscamente, contemplé boquiabierto la horda de gente chillona que rodeaba la puerta de las oficinas de Identity. Llevaban pancartas, agitaban banderas, saltaban de emoción.

¿Cómo no los había visto antes? Probablemente porque había estado muy concentrado en el coche que había en mi camino. Lo miré fijamente durante un segundo, como si pudiera responsabilizar personalmente al propietario de las diversas formas en que se me había jodido la vida hoy. Seguía obstruyendo el tráfico, provocando pitidos de claxon y muchos insultos.

Un repunte en los gritos arrastró mi atención de nuevo al tumulto.

—¡Jungkook! Jungkook, ¡ven aquí! Jungkook, ¡firma esto, por favor!

Había un hueco entre la multitud y vislumbré al hombre que estaba causando todo el alboroto. Jungkook Weston, cantante de Caffeine Daydreams. Playboy, artista, ídolo. Había construido toda una carrera sobre su sensual voz y su enigmática presencia escénica.

Personalmente, yo no era fan de Jungkook ni de su grupo, Caffeine Daydreams, pero Suzie estaba obsesionada con ellos. Incluso si no lo hubiera estado, tendrías que haber vivido bajo una roca para haberte perdido el espectacular ascenso de Caffeine Daydreams. Empezaron tocando en las calles de Southampton antes de que un vídeo de su actuación se hiciera viral en YouTube.

Cambiaron el centro de la ciudad por estadios con entradas agotadas.

¿Y Jungkook? Era la cara de la banda. El que aparecía en carteles y portadas de revistas. Sus pómulos altos y sus labios carnosos hacían suspirar a gente de todos los sexos. Hacía poco que se había cortado los rizos castaños que le llegaban hasta los hombros, para consternación de sus fans. Le hacía parecer mayor. Más malhumorado. No había rastro de los tatuajes que sabía que cubrían su pecho y sus brazos, pero casi podía imaginármelos cuando lo estudiaba desde lejos.

Aquel pensamiento me hizo parar en seco. ¿Desde cuándo prestaba tanta atención al cuerpo de un hombre como para imaginármelo sin intentarlo?

Sacudí la cabeza, apartando el pensamiento errante y centrándome en la ropa rasgada de Jungkook. En los últimos dos años, el grupo había evolucionado hacia un sonido más emotivo, así que probablemente la dirección había decidido que esta imagen encajaba mejor que la del niño de oro de pelo rizado que había sido.

★Él lo vale todo★Where stories live. Discover now