19. Eres tú cuando se trata de muerte

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El compás ligero del viento mesia lentamente mi cabellera roja y consigo trajo aquel aroma a sangre fresca mojando la tierra. Todo mí cuerpo alarmado se giro detrás del trono en donde se había oído el grito de auxilio, grande fue el terror en mis ojos cuando aprecié el charco rojo intenso y un corazón sin latidos al costado del hombre lobo.

Cubrí mi boca soltando un jadeo de espanto ante la escena, mis dedos temblaron, mis ojos se llenaron de lágrimas hasta descender y perderse en mi mejilla.

Las imágenes de aquella vez en el mundo humano vino a mí mente como un recuerdo rápido, la sangre, el sonido de los truenos, la desesperación y la ansiedad.

Todo.

Podía sentir a mi alrededor como todos se movilizaron siguiendo alguna orden de parte de mi madre, todos listo para el próximo ataque. Yo simplemente quedé estática, sin saber como reaccionar y solo podía mirar el cuerpo sin vida de aquel hombre, su rostro pálido con una expresión de miedo y aún así mi tía fue a socorrerlo.

Ella se acercó al soldado muerto y lo tomó en su regazo.

Fui zarandeada por alguien logrando quitarme de mi mundo, miré a mi mate quien expresaba preocupación hacia mi persona, él mencionó algo pero no entendí sus palabras y simplemente me lancé a él para abrazarlo con fuerza, por alguna razón tenía miedo.

—Cielito, debemos luchar —murmuró sobre mí cabello —. Pero tú vida es muy importante, así que quédate cerca de mí.

Tras oírlo asentí con cierta torpeza, nos separamos de aquel abrazo y sostuvo mí mano, quedamos junto a mi madre y más soldados quienes se habían quitado la prenda superior dejando expuestos sus torsos.

"—Mí hermana aún no salió del agua."

Tranquila, Cielo es normal demorarse en el agua.me tranquiliza mi loba.

Tomé un profundo respiro y sostuve con fuerza la mano de mi mate y él correspondió con la misma acción. Fijé mi mirada en él, se veía tenso, molesto y es de esperarse, mataron a alguien de la manada.

Todos hicimos silencio tras la señal de Sur, el hechicero quien se mantuvo a la derecha de mi madre junto a mi tío, el Beta.

Mis oídos captaron algunas pisadas bastante calculadas, pues parecian ligeras y podía pasar desapercibidas en otra ocasión.

Pero no en esta.

Miré sigilosa a mí alrededor, pero más allá solo había la oscuridad del bosque y los límites de la sombra, la única iluminación que contábamos eran las piedras del río Anwar.

De pronto se oyó un movimiento brusco, todos miramos en esa dirección y lo primero que vimos fue la figura de un licántropo convertido amenazando con sus colmillos a quien fuera, lo siguiente que apreciamos fue como corrió en dirección del norte del bosque.

—¡Detente! —le ordenó mi madre.

Demasiado tarde.

Se escuchó el sonido de una hoja blandir contra algo y luego la cabeza de aquel lobo rodó ante la vista de todos.

Por la Diosa.

—Mantengan la calma —exclamó mi madre tomando una postura de Comandante—. Es un método de guerra, esto se llama el anillo.

Yo no entendía nada de lo que comentaba mi madre, pero los presentes guerreros asintieron y lo siguiente que hicieron fue darnos la espalda rodeando nuestro entorno y así quedamos nosostros en el centro.

La mayoría comenzaron a tomar forma de lycans, pasaron a ser robustos lobos de altura anormal, incluyendo a los que se encontraban junto a mí.

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