‹†› II

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Era agosto por la mañana, los primeros rayos del sol se escabullían por las cortinas color índigo, su alarma emitía un pitido ensordecedor que retumbaba en su cabeza.

Abrió sus ojos con ahínco, aun así estos pesasen, porque sabía que tendría que ir a la escuela y que si no se despertaba lo dejarían parado fuera del salón en la primera hora. Al final de cuentas, todos conocían al estricto profesor de álgebra; él no olvidaba la vez que obligó a Kevin Stoley a quedarse parado, con su mochila en hombros, fuera del salón durante sus dos horas de álgebra. Y claro que quedarse dos horas parado bajo el vigoroso sol, sintiendo su cuerpo sudar definitivamente, no era uno de sus planes para iniciar su mañana del jueves.

Se levantó de forma rápida, con los ojos aún cerrados, tomando de la silla de su escritorio su ropa para dirigirse al baño. Dejando está en la taza del baño, empezando a sacarse la blusa del pijama, y tirándola en el suelo tomó su celular poniendo su playlist.

Abrió la regadera terminando de desnudarse, entrando a esta mientras sentía las gotas de agua, deslizarse y trazando su camino desde su cubierto rostro con pecas hacia el mojado suelo de baldosas de la regadera.

La melancolía de la canción lo contagió, empezó a recordar sus años de infancia, donde parecía ser todo más simple, recordando las sumamente locas aventuras con Stan, Kenny y Cartman. Y de un momento a otro, su mente se fijó a este.

Recordaba sus años de infancia, recuerdos no tan lejanos que parecían tan antiguos. Recordaba al Eric Cartman gordo, aquel niño de 10 años malvado, vicioso, enojón, ensimismado, inmaduro, destructivo, sarcástico, presumido, boquiabierto, perezoso y demente; recordaba a aquel niño que siempre los terminaba metiendo en situaciones totalmente surrealistas y se preguntaba qué había pasado con ese niño.

No iba a mentir, al principio cuando Eric empezó a perder peso fue de los primeros en felicitarlo, también se dio cuenta de como parecía que su peso influía en su humor, porque desde que empezó a bajar de peso lo veía más calmado —o al menos con ellos— claro que siempre seguiría siendo el mismo Eric Cartman.

Sin embargo, negar también que se empezó a preocupar por él en cierto punto sería como negar que el agua moja.

Pudo notar el distanciamiento de Cartman con ellos; noto sus absurdas excusas, y a pesar de que al principio no le importo, al contrario, parecía agradarle no tenerlo cerca 24/7, llegó un punto en que lo empezó a extrañar, empezó a extrañar sus ocurrencias absurdas y las metidas de patas que se cargaba y que los terminaba metiendo a todos —ya sea directa o indirectamente—; empezó a extrañar sus comentarios y chistes de humor negro, y aunque su ego lo tratara de negar, lo extraño a él.

Pero pareciera que ese extraño fue revocado a una profunda preocupación. Empezó a notar como la pérdida de peso de Eric ya no era normal, empezó a notar como su distancia con ellos se alargaba; empezó a notar como en las clases de educación física se deshidrataba con facilidad, incluso si solo había dado una vuelta por la cancha y como por esto constantemente se mareaba. También empezó a sentir sus manos más frías de lo que debería, y evidentemente, como su peso bajaba descomunalmente hasta el punto de notar sus costillas y columna vertebral en las duchas, y se preocupaba.

Y negarlo sería de ser hipócritas, al final de cuentas era su amigo.

Kyle creyó que la pérdida de peso de Eric sería beneficiosa para él. ¡Y claro que lo fue! O al menos los primeros meses así fue.

Sin embargo, pareciera como que Eric caía en un agujero negro, del cual sabía que eventualmente todo culminaría.

Lamentablemente no de una forma positiva.

New Person, Same Old Mistakes - KymanWhere stories live. Discover now