FIFTEEN

159 21 12
                                    

[Jungkook]

— Mi padre se va a casar.

— ¿Qué?

Cierro los ojos con fuerza, insultándome mentalmente por haber soltado eso en un momento así.

O sea, literalmente hace como unos diez minutos desde que Chungha me ha hecho una paja.

Claro que he pensado en lo increíble y genial que ha sido. Joder, esta chica tiene una mano de oro, por no hablar de su boca, sus ojos, su cuerpo. Ella entera está hecha de oro.

Pero cuando se ha ido al baño a limpiarse y la he perdido de vista, he caído de nuevo en la realidad. Y es que hoy me he enterado de que mi puto padre se casa. Este descubrimiento lleva atormentándome desde entonces.

Chungha se recuesta hacia el lado para mirarme, apoyando un codo en la almohada y su cabeza en su mano.

Está guapísima, le he dejado una camiseta de manga corta porque me ha dicho que se estaba muriendo de calor. Ahora que lo pienso, no me ha hecho falta quitarle el jersey que llevaba para volverme loco. Debajo, lleva puesta la falda que tampoco le he quitado. Joder, soy asqueroso, le tenía tantas ganas que ni me he parado a desnudarla.

— ¿Cómo que tu padre se casa? — pregunta con su característica ceja alzada.

Imito su postura, pero encarándome hacia ella.

— Pues eso, que se casa. — respondo.

Me hace gracia ver como frunce más las cejas, a esta mujer le van a salir un montón de arrugas.

— No sabía que estaba divorciado, pensaba que simplemente...

— Nos había abandonado y ya. — termino la frase por ella y me mira con lástima. Yo me muerdo los labios y aparto la mirada de sus ojos. — Ya, yo también pensaba eso. Mi madre nunca me dijo que estaban separados legalmente.

— Joder, qué putada. — alarga su mano hacia mi brazo y me acaricia despacio. —
¿Cómo te sientes?

Sonrío ante su pregunta. Me alegra que no me pregunte el típico "cómo estoy" porque es obvio que mal. Me alegra que me pregunte por mis sentimientos ante esta situación, me da a entender que le importa mi respuesta.

Aun así, no sé qué decirle. Ahora mismo es todo una mezcla sentimientos y malos pensamientos. Estoy bastante confuso. Desvío la mirada hacia mi habitación, como si intentara encontrar una respuesta por ahí. Cojo aire y lo suelto en un bufido antes de empezar a hablar.

— No lo sé. Me siento engañado, no entiendo por qué mi madre nunca nos contó a mi hermana y a mí que se habían divorciado. Me da que pensar que siguieron en contacto tiempo después de que mi padre se fuera de casa. Para Somi y para mí fue muy basto, no hubo ni una despedida. Ni nos lo olíamos, solamente un día no apareció en casa y nunca más volvimos a saber de él.

Los ojitos de Chungha se apagan más por cada palabra que suelto y eso no me gusta nada. No quiero que sienta lástima por mí, solamente quiero desahogarme.

— Para mí, mi padre era un ejemplo a seguir. Siempre llegaba a casa con una sonrisa después de haber trabajado todo el día, nos hacía ver pelis superguais a mi hermana y a mí, me animaba siempre a probar cosas nuevas... Su ida me dejó destrozado, empecé a juntarme con malas influencias y... — la miro — ya sabes el resto. — sonrío avergonzado.

— ¿Y cómo te has enterado de eso?

— Le pedí a la misma gente que encontró a tu madre que buscasen al mío. Son amigos de mi madre, me extraña que ella no sepa nada, la verdad.

Me aparto el flequillo de la frente, frustrado, y Chungha vuelve a acomodarse en la cama, cruzando sus manos en el estómago y mirando hacia el techo.

— La única forma de obtener respuestas es yendo a buscarlas. ¿Por qué no vas a Busán este fin de semana?

Chasqueo la lengua.

— No tengo el coche aquí. Y tampoco es que tenga mucho dinero para el tren. Tengo que buscarme un trabajo. — reflexiono.

— Pues tocará ir en moto. — La miro alzando una ceja. — Yo te llevo. — sonríe.

Sonrío yo también, pero niego con la cabeza enseguida. No quiero meter a Chungha más en esto, no le corresponde, es demasiado.

— Qué va, Chung. Es demasiado lejos.

— También era demasiado lejos cuando tú me trajiste a Seúl. Y literalmente era Nochevieja. — contraataca. — Déjame devolverte el favor.

— Bueno, en eso tienes razón. — comento por lo bajo.

— Yo siempre.

Se levanta de la cama y se quita mi camiseta para ponerse su jersey. Quiero apartar la mirada de su espalda desnuda y mis ojos descienden hacia sus piernas. No puedo darme más asco al ver cómo le he desgarrado las medias, debe pensar que soy un animal. Me levanto también y busco mi teléfono para mirar la hora  y veo que ya son casi las diez, supongo que se irá para casa ya. Espero que no pase frío con las medias así.

Cuando termina de ponerse la chaqueta, se acerca de nuevo a mí, bastante cerca de hecho. Por un momento pienso que va a volver a besarme, pero cuando nuestros labios están a punto de tocarse, se detiene y se separa apartando la mirada mientras se aparta el pelo de la cara.

Después fuerza una sonrisa y da un par de pasos hacia atrás.

— Bueno, pues el sábado te llevo. Vamos hablando.

Se despide con la mano y sale por patas de la habitación.

Yo me quedo mirando la puerta como un idiota.

¿Iba a besarme y se lo ha repensado? Esto es humillante, había cerrado los ojos y todo, esperándolo. Encima parecía avergonzada. ¿De qué? No sé. Literalmente acabamos de masturbarnos.

Suspiro y dejo caer mi espalda en el colchón de nuevo. Se me olvidaba lo difícil que es entender a esta chica.

Aunque en el fondo me parece bien que no me haya besado al despedirse. Hubiera sido un gesto bonito, y tampoco quiero acostumbrarme a eso.

Y lo que ha pasado hace unos minutos, joder, lo deseaba. Pero, por otra parte, quería evitarlo. No quiero jugar con fuego y terminar quemándome.

A partir de ahora, intentaré poner más distancia entre nosotros, porque si esto continúa así, creo que voy a terminar enamorándome.

________________

Después de comerme la cabeza y ponerme de los nervios toda la semana, por fin llega el esperado sábado.

Chungha llega a la residencia temprano. Habíamos quedado a las seis de la mañana, pero cuando bajo a la calle y me ve, escupe un par de insultos por retrasarme cinco minutos.

Me da un casco y ella se hace una trenza antes de ponerse el suyo. Chungha me observa cuando me lo pongo y me ayuda a ajustármelo a la cabeza. Siento el tacto de sus fríos dedos en mi cuello cuando hace eso y me provoca un escalofrío en la nuca.

A continuación, ella se pone el suyo y yo le doy un repaso mientras no me ve. Va vestida completamente de cuero negro. Sus pantalones ajustados se adaptan perfectamente a sus espectaculares piernas.

Trago saliva y me subo a su moto a horcajadas después de ella, le suelto un chiste malo acerca de que no quiero morir hoy por la carretera a causa de su conducción temeraria para desviar la atención y la mirada de su culo.

Lo consigo durante unos instantes, durante los segundos en que me contesta insultándome de nuevo, pero cuando pone en marcha el vehículo y ella agacha el cuerpo un poco hacia delante para llegar a los manguitos, mis ojos bajan de nuevo a su trasero, cubierto con esos malditos pantalones de cuero tan apretados.

Y entonces comprendo que las horas de trayecto van a ser muy largas. Sobre todo cuando me abrazo a su cintura para sujetarme y sin pretenderlo siento mi entrepierna rozándose en ese ajustado pantalón.

EUPHORIA II, jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora