Capitulo Unico

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El dios del sol no podía creer que ahora tenía una perspectiva diferente de lo bello y hermoso aunque todavía debía estar a la altura de lo que los demás esperaban de él y era extraño descubrir que su corazón podía latir emocionado por un omega nada femenino ni estético o delicado,  era confuso que su miembro despertará después de milenios sin poder tener una erección,  así que lo único que daba por sentado el primoroso dios era aquella llama que se había prendido dentro de él, no quería entenderla o estudiarla, tan solo deseaba abrazarla y disfrutar el momento por lo que sonrió para sí mismo pues finalmente había encontrado los especímenes perfectos en los cuales canalizar su depravación.

Apolo como alfa que era, siempre desde que descubrió el placer sexual se había querido auto complacer como todos los demás alfas, se imaginaba llegando al orgasmo dentro de un omega lujurioso sin embargo descubrió con horror que no era “estética” la forma en que él deseaba saciar su elevado lívido lleno de perversión, pues ver el sufrimiento y el dolor ajeno para saciar sus propios instintos animales que yacían dentro de él  era algo que incluso entre los dioses más depravados era considerado como algo “anormal” pero justo ahora su verga estaba dura como una maldita piedra dentro de sus pantalones a punto de explotar, su sonrisa era enorme pues después del Ragnarok encontró una forma factible de finalmente complacerse.

¿Habría sido porque durante todos estos milenios había intentado ocultarlos?

Quizá debió notarlo cuando su inmoralidad crecía al ver a Ares el dios de la guerra mostrando su pecho y él solo se lo imaginaba sufriendo ¿Qué deliciosa expresión haría si le mordiera esos pezones con fuerza o si colocará en ellos aretes preciosos o argollas y pudiera reflejarse un poco de dolor en el rostro de ese dios? Que deliciosa imagen se formaba ante el dios obligando a sucumbir a otro igual de fuerte que él a sus degenerados gustos. Tantas veces lo pensó y tantas veces se detuvo pues sabía que sus gustos eran retorcidos nada estéticos ni aceptados por los demás dioses sin embargo…

La sonrisa de aquel hermoso dios se ensancho entrando a su cuarto de juegos pues Apolo ahora tenía sus propios juguetes, a su propio humano a disposición y lo mejor de todo es que en la trampa no solo había caído un fuerte omega sino también uno muy lindo
La deidad no podía borrar la sonrisa de su rostro, finalmente era feliz, desde que había sido bendecido como un agraciado alfa los omegas caían a sus pies, pequeños, delicados, sin fuerzas, dispuestos a ser tomados por él pero este Ragnarok había revelado ante todos los dioses y todos los panteones del universo a los omegas que no encajaban en el molde de omegas.

Claro que las Valkirias habían querido humillar a los dioses a quienes servían poniendo guerreros omegas en la pelea para que la derrota fuera aún más sublime ¡Claro que lo fue! todos y cada uno de los peleadores humanos eran omegas que superaron su propia condición como omegas y demostraron que podían estar a la altura de los feroces dioses alfas creadores, incluso el padre de la humanidad el único alfa de entre todos ellos había defendido a sus hijos omegas por ser como Eva la primera omega de la humanidad pero ahora que los humanos habían perdido el Ragnarok nada era más dulce que haberles perdonado y tenerles en los cielos como sus fieles sirvientes sin que nadie pudiera ayudarles, inclusive las valkirias eran castigadas viendo el destino cruel que les habían elegido a aquellos omegas, obligados a subyugarse a su contrincante alfa para unirse y concebir a sus hijos porque no era para menos que fuertes omegas procrearan con fuertes alfas.

La habitación donde Apolo iba a domesticar a algunos humanos era un lugar amplio, con grandes columnas de mármol y varias estatuas simulando el coito entre ellos, las cortinas eran de seda roja y el aroma dulce a incienso que ahí había era una droga afrodisiaca que servía para inducir el celo en los omegas. Encadenado a una pared fría de ladrillo tratando de contener sus gemidos se encontraba un omega de los más atractivos de todos, lástima que aquella horrenda cicatriz en su rostro lo estropeara todo aunque bueno, Apolo al ver al humano babeando como un perro y el rostro sonrojado recompensaba la fealdad de aquella herida.

Dos Omegas. Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora