IV. Despedida

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Ambos estaban casi frente a frente, listos para iniciar la pelea. Pero justo cuando parecía que Meliodas iba a lanzar el primer puñetazo, cayó al suelo como una roca.

Dios mío.

A pesar de su comportamiento, eso no impedía que me preocupara por él. Al fin y al cabo, era una persona; además de mi alma gemela. Me acerqué a él con rapidez y comprobé que respiraba. Para mi alivio, el imbécil desplomado sobre la hierba seguía con vida.

Por lo menos está vivo. suspiré, girándome a mirar a Arthur

El pequeño incidente había causado que su ira se esfumara, siendo reemplazada por una ligera sorpresa.

El joven de ojos lilas se agachó a mi lado y miró al rubio.

¿Qué le ha pasado?

Estaba claro que Arthur no estaba preocupado en lo más mínimo. Su tono era el mismo que se usaría para recitar todas las leyes de un reino entero. Había preguntado por mera cortesía.

No estoy segura, pero lo más probable es que le haya terminado de subir el alcohol.

Y...comenzó con cierta duda¿Qué hacemos con él? ¿Vamos a dejarlo aquí?

A menos que sepas donde duerme, supongo que sí.

¿Y eso?

Supongo que has oído la historia de cómo llegó Meliodas a palacio, ¿no?pregunté

Mas o menos.

También supongo que sabes sobre las almas gemelas, dado que conoces el Hanahaki Disease.

Durante todo el rato mi mirada había permanecido en el rubio, quien dormía profundamente.

Claro, ¿por qué la pre...?

Arthur no llegó a terminar la frase, ya que algo se encendió en su cabeza. Sus ojos se abrieron como platos al darse cuenta de aquello que yo intentaba decir. 

No me digas...

Bingo.dije con una sonrisa triste

Llevé mi mano hasta el pelo de Meliodas, acariciándolo ligeramente. Su pelo siempre fue tan suave que daba la sensación de que pasabas tu mano por el lomo de un conejo. La sensación era, sin duda, agradable. Pero por otra parte era también dolorosa por saber que yo no era la única que tenía el privilegio de tocar su pelo.

Después de que desapareciera la cadena, él se fue y no lo volví a ver hasta el día que nos encontraste hablando.expliqué

Recordar todo aquello hacía que mi corazón se encogiera, pero ya lo sabía. No había nada que hacer. Solo me quedaba poder superar el Hanahaki Disease y olvidarme de Meliodas.

Supongo que ha estado quedándose con Elizabeth, pero no estoy segura. Y sinceramente no tengo ganas de saberlo.

Inconscientemente solté una carcajada seca, muestra de mis sentimientos.

Lo lamento...dijo, intentando consolarme

No tienes por qué.contesté yo y sonreí Mañana por la mañana todo esto habrá acabado.

Las ganas de toser regresaron y con ellas apareció otro pañuelo lila delante de mí. '¿Cuántos de estos tendrá?'. Tras darle las gracias, Arthur se puso en pie.

Deberíamos irnos a dormir.sugirió, intentando cambiar de temaMañana nos queda un largo viaje.

Me tendió la mano para ayudarme a levantarme, la cual yo acepté. Regresamos al castillo y Arthur me acompañó hasta mi torre. Una vez ahí nos despedimos y dimos la noche por terminada. 

[...]

El gran momento había llegado. En unos momentos subiría a un carruaje rumbo a Camelot, dejando atrás mi vida en Liones por quién sabe cuánto. Igual no estaba lista todavía, pero era algo que tenía que hacer. Aquel iba a ser un cambio para bien. De eso sí que estaba segura.

En el patio delantero del palacio se habían reunido todos los habitantes del castillo, incluyendo doncellas, mayordomos y cocineros. Obviamente no podía faltar la familia real junto con los caballeros más importantes.

Entre los presentes pude distinguir una cabellera rubia acompañada de una blanca. Sinceramente me extrañaba que se hubiera dignado siquiera a despedirme, pero lo más probable era que Meliodas hubiera sido arrastrado por Elizabeth. Curiosamente la tercera princesa se veía más feliz que de costumbre, a parte de que llevaba un vestido demasiado elegante para la ocasión. Era como si quisiera destacar, presumir. Decir 'Soy yo la que gana'.

Yo me encontraba delante del carruaje, delante de todo el mundo. Arthur estaba a mi lado, terminando de hablar con los lacayos. Su equipaje ya había sido cargado, mientras que el mío estaba dentro de mi orbe, el cual iba conmigo al igual que el cetro y el grimorio. Haku estaba posado encima del carruaje.

Viendo que mi ayuda no era necesaria, me acerqué a Bartra.

Ha sido un placer, su majestad.dije con una sonrisa e hice una reverencia

El placer ha sido todo mío, (T/n).respondió amablementeÉste reino va a echarte en falta.

Yo también voy a echar de menos a Liones y a todos ustedes.

Si regresas, te recibiremos con los brazos abiertos. Puedes considerar el palacio tu hogar.

Bartra abrió los brazos y yo acepté su invitación. El monarca daba una sensación de calidez agradable. Ciertamente siempre tendría un hogar cerca de ese hombre.

Una vez nos separamos, se empezó a acercar gente que quería desearme un buen viaje. Los cocineros me daban las gracias por los consejos y toda la ayuda que les había proporcionado ocasionalmente, al igual que las doncellas que siempre recurrían a mí cuando no lograban sacar una mancha o mover muebles. Los mayordomos se mostraban agradecidos por todas las veces que les ayudé a encontrar a quien debían atender y muchas otras personas expresaban su tristeza por verme marchar.

Son momentos como este en el que te das cuenta cuánto te aprecia la gente con la que te rodeas.


Lamento interrumpir la despedida, pero me temo que es hora de que nos marchemos.

Arthur se había acercado por detrás, anunciando nuestra marcha. Algunas personas del público comenzaron a llorar, a lo que yo intenté calmarlas lo mejor que pude. Pero el momento había llegado. Era hora de despedirse. Di un último adiós general, mientras que el viento le llevó el suyo a Meliodas, quien no se había acercado en toda la mañana.

'Adiós, Meliodas. Adiós, Soulmate.'

Mientras Arthur me ayudaba a subir al carruaje, pude sentir el aura de Meliodas temblar al oír mis palabras. Sentí su deseo por intervenir y rogar que me quedara, al igual que sus intentos por reprimir esas emociones. Una vez sentada en el vehículo, miré por la ventana. El rubio tenía la cabeza gacha, arrepentimiento rápidamente esparciéndose por su cuerpo.

Agité la mano por la ventanilla en un último adiós y los caballos iniciaron la marcha. Haku emprendió el vuelo, siguiéndonos desde las alturas.

[Cadena] - Meliodas x (T/n) x ArthurWhere stories live. Discover now