Capítulo 7.

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"Dahmes"

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"Dahmes"

Los días pasaron y todos los merodeadores ignoraban completamente a Dahlia. Al principio le dolió por Remus, luego les miraba con arrepentimiento y ahora le daba igual.

O eso le gustaba pensar.

—¡Chicos! ¡Es otoño! —la chica de Hufflepuff entró con alegría a la biblioteca, haciendo que la señora Pince le mandara a callar—

—Yupi. —dijo la Slytherin con falsa alegría mientras leía el libro de pociones—

—Ajá. —contestó el pelinegro completamente indiferente mientras también leía, pero este era un libro de hechizos—

Dorothea miró a ambos.

—Oh, vamos. ¿En serio vais a dejar que lo que está pasando os amargue?

—No es tan fácil, Thea.

—Entiendo que Reggie está obligado a unirse a Voldemort, pero también entiendo que puede escapar, no será fácil, pero nos tiene a nosotras. —dijo en voz baja— Y sé que tu tienes dudas de si unirte, pero también entiendo que tu padre y mejor amigo son mestizos. —habló refiriéndose a Remus— No estás obligada y tu familia no te odia, Dahl. Y tu Reggie... No estás solo y lo sabes de sobras, solo que os negáis a esa idea y preferís ahogaros en vuestras miserias.

Ninguno de los dos dijo nada.

—Levantar el culo de la silla y vamos al lago negro a jugar con las hojas. Vamos, Dahl adoras esta estación.

Los dos se miraron, suspiraron, dejaron los libros en su sitio y los tres juntos se fueron hacia el lago negro, mientras Dorothea saltaba de alegría. No lo hacían por ellos, lo último que querían en esos momentos, era jugar con hojas y todo eso. Lo hacían por la Hufflepuff. Sabían que ella tampoco lo pasaba bien en casa con sus padres homófobos, por lo que siempre tenía que esconder su dolor con una sonrisa.

La admiraban muchísimo.

Cuando llegaron al lago, el rostro de Dahlia se iluminó. Como dijo la chica de la casa amarilla, amaba esa estación del año. Tonos marrones, rojizos, naranjas... Sonrió al ver el suelo lleno de hojas.

—Vamos. —Dorothea cogió a los dos de las manos y los llevó hacia el árbol, pero no se metieron abajo ni se sentaron—

Cogió hojas del suelo y las tiró hacia arriba, haciendo que la Slytherin soltara una pequeña carcajada y el pelinegro sonriera.

De pronto, eran tres adolescentes con diferentes preocupaciones, diferentes dolores, estaban ahí, bailando sin ningún tipo de música o ritmo determinado. Solo daban vueltas, reían y se movían disfrutando de la compañía del otro. Iban pisando las hojas mientras bailaban, uno daba vueltas al otro y así entre los tres.

Los merodeadores y Jason —que por cierto, empezaba a ser muy amigo de los cuatro bromistas—, fueron hacia el lago negro para disfrutar del frío y la soledad de otoño, pero, en cambio, vieron a dos Slytherin y una Hufflepuff bailando mientras reían a carcajada limpia y se burlaban del otro. Automáticamente les apareció una pequeña sonrisa en los rostros de los cinco. Alguno sabía más que el otro ante el dolor de los tres adolescentes, pero lo entendían de todas maneras y les alegraba que fueran así de felices, aunque para Jason y Sirius era duro ver a sus hermanos pequeños felices sin ellos. De todas maneras preferían que fuera así a otra cosa.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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