CAPÍTULO XXI. De letras.

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Despertaron en algún punto de la mañana siguiente,  siendo completamente incapaces de desenredar sus brazos del otro. Había algo en el ambiente que se sentía increíble, haciendo que Louis restregase su mejilla en el pecho desnudo de Harry, disfrutando de su calor corporal.

La casa del pueblo estaba en completo silencio, deduciendo que sus amigos aún estaban dormidos en la habitación de al lado. El rumor del exterior era suave, enseñando a través de la ventana como los copitos de nieve caían con suavidad sobre las montañas.

Espera, ¿esa es la cabra que vio Zayn?

Louis se posicionó sobre su codo, entrecerrando sus ojos para poder ver con claridad aquel manchurrón negro.

—Vuelve aquí —habló Harry, posando su mano en la cintura del chico más bajo.

—La cabra existe —mencionó divertido.

Harry giró la cabeza para observar hacia las montañas, descubriendo a lo que se refería Louis. Volvió al frente, atrayendo al menor con sencillez cuando este se dejó hacer, tumbándose de nuevo sobre su pecho.

—¿Has dormido bien? —cuestionó Harry, deslizando sus labios por la mejilla de Louis.

—Mejor que nunca.

Fue rodeado de nuevo, aprovechando la cercanía para poder pegar sus labios con los de Harry. Tal vez deberían salir de la habitación y descubrir si sus amigos estaban despiertos, sin embargo, estaban tan a gusto con la compañía del otro, que simplemente era imposible despegarse de las colchas.

Compartieron una exquisita sesión de besos hasta que Louis comenzó a parecer distraído, haciendo que Harry separase sus labios.

—¿En qué piensas?

Louis se quedó en silencio unos segundos, sintiéndose algo cohibido de mencionar aquello que cruzó por su cabeza mientras se manoseaban. Era cierto que, tan solo unas horas atrás, confesaron sus sentimientos bajo los efectos del alcohol y de la pasión, por lo que aún estaba asimilando la situación.

—Nosotros... ¿qué somos? —preguntó, atreviéndose a posar sus ojos sobre los de Harry.

—¿Qué quieres que seamos? —devolvió la cuestión a pesar de tener una respuesta en mente.

—Yo...

Escondió su rostro en el hueco de su cuello, dejando escapar una pequeña risa. Sus mejillas se habían ruborizado, pintando parte de su nariz y orejas.

Tierra, trágame.

—Lou, dímelo —pidió Harry, dando unas suaves caricias en su desnuda espalda—. No sé leer mentes.

—¿Quieres ser mi novio? —murmuró taaan bajito, que no escuchó su propia voz.

—¿Qué?

—Que si quieres ser mi novio —repitió, aun sonando demasiado débil como para ser oído.

Harry chasqueó su lengua y se incorporó en la cama, apoyando su espalda sobre la desgastada madera del cabecero. Louis fue arrastrado hasta quedar sentado en su regazo, y cruzaron miradas.

—Louis, habla bien porque no te estoy escuchando.

—¿Quieres ser mi novio? —escupió finalmente, teniendo su corazón tan acelerado, que juraría que podría desmayarse.

Realmente esa pregunta fue formulada, dejando a Harry totalmente anonadado tras poder escucharla con calidad. Su cuerpo se tensó y su boca se abrió llena de asombro.

—... ¿E-en serio? —titubeó, creyéndose dormido.

—... ¿Sí? —Rascó su cabeza con inseguridad—. Solo si tú quieres. No es como que te esté obligando, así que entenderé que no quieras. Pero no me rechaces muy feo porque me sentiré tonto y...

LAS VOCES QUE ME MIENTENWhere stories live. Discover now