22. Arella. Cada paso que das, es un impulso para lograrlo todo

49 4 0
                                    

—Arella.

—Sácame de aquí, Aydrel —pido, retrocediendo sin parar, queriendo salir de aquí urgentemente.

Esto no puede estar pasando. ¿Por qué he dejado que me tapara los ojos y que me llevara hasta aquí? ¿Por qué no se me ha pasado por la cabeza en el momento que hemos pasado por al lado del instituto?

Por cierto, hemos dejado a Horus en su casa. El pobre tenía un hambre...

—Tranquilízate, ¿vale? No es nada malo.

—Sácame de aquí. Ya —repito, cerrando los ojos para no ver el lugar.

—Escúchame —me coge de las manos, intentando transmitirme seguridad. Por mucho que lo haga, nada va a funcionar. Nada lo hará, porque mi cuerpo tiembla, las voces de mi cabeza no se callan y el nudo que de vez en cuando aparece en mi garganta, el mismo que muchas veces me obliga a salir corriendo y encerrarme en algún lado, está cortándome la respiración y me está poniendo muchísimo más nerviosa que antes—. No es lo que estás pensando.

—¿Ah, no? —me alejo de su toque, cabreada. ¿Cómo ha podido hacerme esto? ¿Es una jodida broma?—. ¿Entonces qué demonios hacemos aquí?

—Nos vamos a sentar y vamos a conversar sobre varios te...

—¡Yo no necesitaba esto! —alzo muchísimo el tono de voz, apretando los puños y con el pecho subiendo y bajando sin parar por tener tantas emociones encima ahora mismo. Y me da exactamente igual hacerle daño o que se asuste.

No, no quiero que me vea de esta manera, pero es justo lo que ha provocado y es justo lo que merece.

Mis labios tiemblan, mis piernas flaquean y sé que puedo tener una nueva crisis, porque sentir todo lo que siento, no me lo puedo permitir. No es bueno para mí.

Juego con mis dedos, desesperada.

—¡No quería volver aquí! ¡No puedo!

—¿No quieres dejarlo marcado finalmente? —cuestiona en voz baja, arrugando el entrecejo, confuso—. ¿Sentarte, recordar, pensar y poder sellarlo como algo perfecto?

—¿Perfecto? —sacudo la cabeza, perpleja y odiándolo con todas mis fuerzas ahora mismo—. ¿Crees que lo que viví aquí fue perfecto?

—Es la historia de tu vida. Todo fue y será perfecto, por mucho que exista dolor en ella —dice.

—¡Me odiaba, Aydrel! ¡ME VEÍA PATÉTICA CORRIENDO E INTENTANDO SER ALGUIEN QUE CLARAMENTE NO ERA!

Llegados a este punto, me daba exactamente igual que mis gritos se escucharan por todo el campo y que él me viera de esta manera; fuera de mí, a punto de llorar y estallar, furiosa, destrozada...

—Sí que lo eras, reina —entrelaza sus manos por detrás de la espalda—. Pero es algo que ya no puedes hacer.

—No debería haberlo hecho nunca, porque lo único que conseguía con eso era hundirme cada vez más —espeto, bajando la cabeza y centrándome en algo que no fuera en este horrible sitio.

Hace un año que no piso esta pista; la pista de atletismo. Desde que lo dejé, desde que huí sin ni siquiera volverlo a intentar o sin correr por una última vez, no he vuelto a venir.

Todo... esto, consistía básicamente en un gran campo de fútbol, pero en vez de tener solo césped, al final del todo, habían creado una gran pista para noso... Para los del equipo de atletismo.

—Era tu sueño —añade, como si yo no lo supiera o no fuera lo que deseaba con todas mis fuerzas desde pequeña—. Los dos sabemos que eso te hacía muy feliz, por mucho que después te vieras de una forma horrible, por alguna razón.

Donde nos lleve Nuestro Vuelo © ✔️Where stories live. Discover now