9 { Gracias } ♡

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Dalia Miller.

Demean iba a mi lado,  él estaba conduciendo.

Minutos atrás, pudo alcanzarme, iba a casa a pie pero Deman llegó. Estaba enojada y no con él, ni con Izan, ni Olaya, sino conmigo misma que a pesar de las diversas maneras en las que me trata Izan sigo estando ahí.

¿Qué podía hacer? 

Sinceramente hoy tenía un poco de esperanza de que se fijara en mí pero luego de ver todo lo que piensa de mí, creo que no la hay, creí que aquel "puedes ayudarme" por parte de él era porque quería pasar tiempo conmigo. Pero soy una tonta, debí darme cuenta que no era así al ver que había tardado más de cuatro horas en regresar de su habitación. 

—¿Estás bien?— cuestionó Demean.

—¿Cómo te sentirías tú? Sabiendo que la chica a la que tanto quieres y amas, quizás. Piensa que eres un cualquiera, que se beso con ella y luego "según" con su hermana. Y que cree que quieres asegurar tu futuro con su familia…¿Dime?

Mi vista aun seguía en la ventana oscura.

—Está celoso.

—Claro que no, ya me dejó muy claro que no quiere ningún tipo de relación conmigo y mis amigas.

—No digas eso, yo sé que él es un poc-

—Disculpa, pero ya no quiero hablar de él. Porque cada vez que me acuerdo de su estúpida cara me doy cuenta que soy más estúpida yo.

El chico entendió y ambos nos quedamos en silencio hasta llegar a la casa. 

Al abrir la puerta nos percatamos que no estaba ninguna ahí, entonces fueron por las compras del hogar.

Yo les había dicho que si querían podíamos haber ido ayer, ya que para las pequeñas despensas que daría hoy necesitaba ir al supermercado pero decidieron quedarse aquí porque según iba a tardar mucho.

Con la ayuda del chico logramos transportar las bolsas de apoyo, desde la cocina al carro. Tome la canasta que tenía ya hecha para la sorpresa que había preparado con mucho cariño para el tonto de Izan Harrison. La coloqué en lo más alto de todas las bolsas y nos fuimos de ahí para el albergue.



[20 minutos después]

Ya estaban todas las bolsas en la oficina del Orfanato. En el camino nos desviamos porque Demena quería comprar dulces para los niños.

Luego de haber escuchado una breve plática que nos brindaron nos dirigimos al área en donde estaban los niños. Unos reían, otros jugaban y otros hablaban entre ellos. Al vernos se nos vinieron encima, la felicidad no cabía en ellos.

¿Ese era el chico que nos dijiste?— preguntó un nene.

¿Cómo va a ser él? Si el que le gusta no puede caminar, pobrecito— se lamentó la niña.

Pero dijo que lo traería esta vez.

Yo lo conozco a él— habló otra niña.

Yo también, es Demean Harrison.

En confusión total miré a Demean soltar una sonrisilla de felicidad.

¡Orale! Hace mucho que no te mirábamos aquí amigo— se acercó un niño y lo saludo.

¡Oigan! ¡El amigo Demean ha vuelto!— gritó un chiquillo para otros que no nos habían visto.

Sonreí genuinamente porque ellos ya se conocían.

ℱ𝓊ℯ𝓇𝒶 𝒟ℯ ℒ𝓊ℊ𝒶𝓇Where stories live. Discover now