Mesa para tres

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Dedicado a lipseo por su cumpleaños. Tarde, pero acá está. Te adoro, reina.

Saudade: incorporado del portugués al español, expresa un sentimiento afectivo primario, próximo a la melancolía, estimulado por la distancia temporad o espacial a algo amado y que implica el deseo de resolver esa distancia. Conlleva el conocimiento reprimido de saber que aquello que se extraña quizás nunca volverá.

Jeno despertó con una sensación extraña cómodamente instalado en la boca del estómago. Se levantó despacio, sintiendo su cuerpo reaccionar poco a poco; estiró sus brazos, se sentó, estiró el torso, retiró las cobijas y finalmente se pasó solo para volverse a estirar.

Era una mañana agradable de domingo, y aún así no pudo soltar la ansiedad formándose en su cuerpo llegando a su tráquea. Desayunó en silencio, poniendo atención a su cuerpo, tratando de descubrir de dónde venía el malestar. Sin embargo, nada venía a su mente, por lo que se dedicó a dejar un poco la emoción fluir. Algo de música y su rutina dominguera serían más que suficiente.

Parecía haber funcionado porque durante las siguientes tres horas en las que lavó, sacudió, organizó y se arregló, el nudo en su estómago se deshizo al punto en que había olvidado el malestar. En medio de la calma, un mensaje llegó.

"Hey, vamos a comer. Tiene días que no te veo."

Respondió aceptado el encuentro y se apresuró a terminar de cambiarse. Ahí estaba la sensación una vez más. Intranquila, renuente.

Continuó su día como normalmente esperando pacientemente el momento de ir a ver a su amigo. Pensó en él; Haechan tenía cierto encanto en la gente, e incluso después de años de amistad muy cercana él mismo se encontraba enredado en sus redes de persuasión. Porque Haechan siempre conseguía lo que quería.

La tarde era soleada, mientras caminaba se encontró a sí mismo contemplando el paisaje urbano. Inspiró el aire contaminado permitiendo algo de la inquietud perderse con el esmog al exhalar.

Finalmente se reunió con Haechan en un pequeño restaurante afortunadamente no muy lejos de su hogar. Se adentró en el local, observando a los lados, buscando al muchacho moreno. En el lugar hacía un poco de calor y la luz se metía por las enormes vantabas donde un par de mesas vacías absorbían la calidez del sol. Un olor agradable inundaba el espacio y el suave tintineo de cuebiertos y vasos daban una sensación casi mística. La ambientación rústica ayudaba a la inmersión pacífica.

Tomó asiento en una mesa casi al fondo, ni muy cerca del ordenado caos ni tan lejos para que el personal se olvidara de él. Esperó un par de minutos cuando un mesero se acercó y colocó un mantel de tela y cubiertos frente a él.

—Buena tarde —saludó a Jeno amablemente. Sonrió.

—¿Qué tal? Buena tarde —contestó—. Estoy esperando a alguien más.

—Perfecto. ¿Quieres que te deje el menú o prefieres esperar?

Jeno contempló las opciones unos segundos.

—Déjamelo aquí —el mesero asintió cortesmente y se alejó un poco apresurado.

Haechan no tardó mucho en aparecer, irrumpiendo la calma con una presencia viva y escandalosa. Sin apartar la vista del menú, Jeno sonrió contagiado por la energía ajena.

—Disculpa la tardanza, tuve que desviarme un poco. Está agradable el lugar —sonaba ligeramente agitado.

Una silla siendo arrastrada cortó un poco la distracción de Jeno, sin embargo el sonido de otra lo regresó de golpe. Alzó la vista finalmente, siendo recibido por la mirada castaña de Haechan y una oscura. Profundamente oscura.

distante ; norenWhere stories live. Discover now