Capítulo 25

1.8K 95 49
                                    

31/03/2020
08:05

Me desperté. Era martes, tenía que ponerme en marcha y entrar a las correspondientes videollamadas. Me duché y desayuné. En la videollamada no estaba ni la mitad de la clase. El profesor explicaba y nos había dicho que el hecho de conectarse a las videollamadas ya contaba parte de la nota. Es decir, podía sacar un 10 en aquel trimestre sin hacer gran esfuerzo.

Tras pasar la mañana me encontraba en mi habitación terminando las tareas, mas noté cómo de repente agarraban mis manos y las ataban a mi espalda. Sabía perfectamente de quién se trataba.

Quackity. —Dije forcejeando.

¿Qué pasó, chica mala?

Susurró detrás mío, en mi oído, produciéndome un escalofrío tras sentirlo nuevamente tan cerca de mí. Apoderándose del control.

¿Qué se supone que estás haciendo?

Aquí el que castiga y el qué decide cómo hacerlo soy yo ¿recuerdas cierto?

Me estremecí. No podía establecer contacto visual con él puesto que se encontraba detrás de mí, lo que me daba una gran desventaja para saber qué es lo que hacía o iba a hacer.

Te estás aprovechando.

Pero si tu me llevas la contraria normal que te castigue, preciosa.

Llevó sus manos a mi cintura. Levantó un poco mi camisa y me bajó algo mi pantalón. Mi respiración comenzaba a desestabilizarse. Pero no cambié mi actitud seria en ningún momento.

Tengo que terminar el ejercicio.

¿Y por qué no lo terminas?

Aún quería hacerme enojar más después de todo, después de cómo ya me había visto que estaba con él. No iba a retener mis ganas de decirle un par de cosas.

Porque no me puedo mover, gilipollas.

Híjole, ¿qué fue lo que escuché?

Cesó sus movimientos y agarró mi cuello con su mano, con la cual seguramente notó como tragué saliva tras aquel profundo susurró que llegó a mi oído.

Lo que eres.

¿Tengo que aumentarte el castigo, cierto?

Ni te atrevas.

Comenzó a besarme el cuello, aquel punto tan débil para mí. Sus labios rozaban todo aquello a lo que tenía acceso de aquella zona tan erógena. Poco podía hacer en ese estado. Mis piernas se movieron algo intranquilas por la falta de movimiento con aquel estímulo tan potente.

He dicho, ni t~te atrevas.

Tranquila, no es necesario que lo disimules, está bien.

Eres un capullo. Si no fuera porque estuviese atada te arrepentirías de haber nacido, pero eres muy cobarde para hacerlo.

Nuevamente paró lo que hacía. Se separó algo de mí y no respondió en unos segundos que para mí fueron eternos. Ahí me dí cuenta realmente que mi organismo se había alterado por completo con apenas unos simples besos.

Simplemente das un chingo de mal y últimamente estás bien emputada conmigo, sólo así puedo castigarte fácilmente.

Con lo que percibí que era una sonrisa orgullosa se aproximó nuevamente a mi oreja.

¿Qué pasó? ¿Me niegas que te sigo poniendo nerviosa?

Su tono ahora parecía burlesco. Era lógico, no podía moverme y apenas podía articular palabra. Yo aguantaba mis palabras éste volvía a besar y acariciar aquella zona.

Con mi niñero en cuarentena [Quackity y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora