Miradas fugases

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Las luces del estudio de baile centelleaban como estrellas en el cielo, y el silencio en el vestíbulo del programa de baile era casi palpable. Street Woman Figther 2 ya había comenzado y el team BEBE estaba recibiendo los comentarios pasivo-agresivos de las demás bailarinas y aunque a Bada Lee levemente sentía ira estaba más concentrada en escuchar desde la boca de su Binni lo que significaba Bada para ella ahora. 

- ¿Bebe team? O mejor dicho, "Lee Bada y sus aprendices..." - Escuchó esa voz que anteriormente era dulce cuando se dirigía a ella, pero que ahora sonaba totalmente destruida y ronca. "¿Qué nos pasó, Binni?" Fue lo único que pudo pensar Bada. No le importó ni siquiera que insulten a sus chicas. Siempre escuchaba lo mismo, y tendrían todo el programa para demostrarles lo contrario, pero sentir cómo su nombre sonó tan vacío en la voz de la pelinegra se sintió peor que perder una batalla de baile.

Las cámaras la enfocaron más y más, revelando el conflicto profundo que existía entre Bada Lee y Park Binna, un enigma sin resolver cuyas razones se habían perdido en las sombras. Ni siquiera Bada podía descifrar el misterio de su ruptura, y eso la atormentaba. A lo largo de los años, había reflexionado incansablemente sobre sus acciones, palabras y gestos, buscando cualquier indicio de lo que había llevado a su mejor amiga a alejarse de esa manera. Se sentía culpable, aunque no entendía por qué, y se resistía a ver a su querida Binni como la villana de la historia. Era una negación que cargaba con el peso de sus emociones.

Con la cabeza gacha, agradecida por tener la banda de su equipo cubriendo la parte superior de su cabeza,  Bada se dirigió a su podio asignado, lista para que continuara la presentación. No podía negar que su corazón estaba destrozado, y el dolor se anidaba en lo más profundo de su ser. Sin embargo, aún albergaba la pequeña esperanza de ver a la que seguía considerando su mejor amiga una vez más, de abrazarla como si fuera la última vez, en un deseo silencioso de sanar las heridas de un pasado que parecía incomprensible.

Así fue como, después de la actuación de dos grupos, el equipo "Binni Meenie Miney Moe" hizo su entrada en el escenario. Este grupo estaba compuesto por cuatro talentosas participantes en total. En primer lugar, Ji-Yeon, la más joven de todas, destacaba por su impresionante flexibilidad, lo que la convertía en la B-Girl del grupo. A continuación, teníamos a Soo-Min, una pelirrubia que se destacaba por su gracia y movimiento de caderas y piernas, capaz de ejecutar movimientos más rápidos que Mannequeen movimiendo los brazos. Por otro lado, estaba Min-Jin, la leal aliada de Binna Park. Desde el principio, Min-Jin había sido la mano derecha de Binna, brindándole apoyo y compañía cuando esta última era una extranjera en el Royal Family; porque sí! Park Binna logró ser parte de la Royal Family, conociendo a Parris Goebel, variedad de celebridades y su tan cercana amiga Kirsten Dodgen, quien fue la persona que la incentivo a seguir sus sueños y formar una academia de baile. Su amistad era como una sinfonía de conexiones profundas, una historia de solidaridad que se había entrelazado con la de Binna desde el principio. Kirsten Dodgen había sido un faro de orientación en los momentos difíciles y un pilar de fortaleza en los momentos de triunfo. Es por ello que la neozelandeza sabía todo sobre la relación entre las ex mejores amigas.

Y finalmente, este grupo de cuatro talentosas chicas se completaba con la líder del grupo, Park Binna, una joven de rostro encantador, piel tersa y ojos que destellaban estrellas, pero también irradiaban una autoridad y poder que sacudían los cimientos del escenario. Su fama no conocía fronteras; reconocida mundialmente como la mejor coreógrafa y bailarina del momento, su nombre estaba grabado en los anales de la danza. Había dejado su huella en la creación de bailes icónicos para los ídolos del K-pop, había ganado competencias tanto en grupo como individuales, y había compartido el escenario con innumerables cantantes en sus giras internacionales. Sin embargo, detrás de esa fachada de gloria y logros se escondía una obsesión ardiente. A pesar de su éxito sin igual, nada de ello le satisfacía si no podía demostrarle a una única persona que era mejor que ella. Esa obsesión ardía como un fuego inextinguible en su corazón, alimentada por el deseo de vencer a la única persona que importaba más que cualquier otra, la misma persona que una vez fue su amiga más cercana, la misma persona que se había convertido en su rival definitiva.

Así fue como el grupo de Park Binna hizo su entrada en el escenario, descendiendo por las escaleras con una majestuosidad que parecía sacada de un cuento de hadas. Todas irradiaban confianza, pero Binna era algo más allá de este mundo; su aura dominante, combinada con su apariencia angelical, la convertía en algo irresistible para cualquier mortal. Lee Bada, en ese momento, se sentía como una simple mortal más. Sus ojos rasgados, tan característicos de ella, estaban ahora abiertos de par en par, contemplando la criatura más irreal que jamás había presenciado: Park Binna.

Desde el instante en que sus caminos se entrelazaron, Bada no desperdiciaba oportunidad alguna para ensalzar la deslumbrante belleza de Binna. Lo hacía con un fervor inquebrantable, ya fuese en los momentos más íntimos o frente a un público expectante. En respuesta, la mejor amiga de Bada se encontraba abrumada por la profunda admiración que le profesaba, y un rubor incesante pintaba sus mejillas ante cada elogio.No obstante, en lo más recóndito de su ser, Binna anhelaba algo más. Anhelaba que Bada admirara no solo su físico escultural, sino también el talento indomable que desplegaba en cada movimiento de su cuerpo al danzar. La belleza era un regalo que la vida le había otorgado, pero el arte del baile era el tesoro que había cultivado con esfuerzo y pasión, y deseaba que Bada lo valorara tanto como lo hacía con su apariencia.

El corazón de Bada Lee latía con la fuerza de una melodía apasionada en su pecho, mientras sus ojos erraban incansables por la figura de su antigua amiga. Binna, en ese instante, irradiaba un resplandor que trascendía la mera belleza; llevaba un vestido que realzaba su gracia y hermosura. Era como si el tiempo, en su implacable avance, hubiera decidido hacer una pausa en su rostro, preservando su juventud eternamente. Bada Lee se encontraba atrapada en un suspiro mudo de admiración, incapaz de despegar la mirada de su presencia en el escenario.

En contraste, Binna, ocultaba su mirada de Bada Lee, consciente de que un solo encuentro visual podría desvanecer su determinación, desgarrando los años de sacrificio y esfuerzo invertidos en su camino. Sin embargo, en ese momento, el corazón demostró ser más intrépido que la razón. La tentación fue irresistible y, de reojo, Binna dirigió una mirada furtiva hacia la nueva versión de su amiga, ahora de cabello oscuro con destellos dorados. En ese fugaz instante, se dio cuenta de que, a pesar de los años transcurridos, la belleza y el carisma de Bada Lee seguían siendo inolvidables, como un eco melancólico que resonaba en el rincón más profundo de su alma.

A bada lee love storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora