trentatre-

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Nunca había sabido que era realmente el amor. Ese sentimiento que todos parecían anhelar, que todos parecían querer experimentar alguna vez en su vida.

No lo había experimentado, más allá del fraternal, o el amor de amigos. Ni siquiera con Paige, pudo pretender que era su ''primer amor'', o con Braeden, cuando pensó que la amaba.

Según Platón, el filósofo, el amor consiste en que la persona que ama no va a amar la belleza simple; se va a concentrar en buscar lo bello de quien ama. Para Aristóteles, el amor es la voluntad de querer para alguien lo que se piensa que es bueno.

¿Pero qué era el amor para él?

Quizás para él, el amor era Stiles.

Simple y llanamente Stiles.

O al menos lo que sentía por el chico.

Lo que sentía cuando escuchaba su risa, que para él era como una preciosa melodía, compuesta por las más bellas notas musicales. O el como su corazón parecía latir cada vez más rápido cuando le miraba con esos ojitos llenos de diversión. Quizás el como las palmas de sus manos sudaban, picando por tomar las del contrario entre las suyas y acariciarlas; o el como deseaba verlo siempre feliz, hacerlo feliz.

¿Eso era el amor?

Con Stiles se sentía diferente. Diferente de una buena manera.

Con Paige se sentía bien, podía hablar con ella de lo que quisiera, y sus besos lo hacían ver estrellas. Se sentía feliz, y tranquilo. Pero estaba seguro de que eso no era el tan aclamado sentimiento.

Con Braeden se sentía cómodo. Podía expresarse bien y sentir que no iba a ser juzgado; podía tomar su mano y no sentirse nervioso, pero no llegaba más allá. Fue ingenuo al creer que con ella experimentaría el caprichoso amor.

Pero con Stiles. Oh, con Stiles era realmente diferente. Sentía todo lo que sentía con Paige y Braeden junto, como si todo eso se entremezclara. Pero también sentía más, muchísimo más, cosas que ni el mismo podía explicar.

Y estaba tan aliviado.

Y estaba tan feliz de que su lobo lo haya escogido a él para amar.

[]

—Oye, Dereek...— Canturreó una voz a su lado, zarandeando su brazo de un lado a otro.— Sourwolf, mueve el culo, por favor.

—¿Mmh?— Fue lo único que logró articular, algo adormilado.

Habían hecho esta estúpida pijamada a petición del castaño (¿y quienes eran ellos para negárselo?), y luego, cuando se suponía que era hora de ''dormir'' todos lo habían atacado con almohadas y comenzaron una guerra que duró hasta altas horas de la noche, cuando el padre del chico había entrado a su habitación, amenazándolos con sacarlos de la casa y hacerlos dormir en el patio si ellos no se callaban.

Y no pudo agradecérselo más.

—Sígueme.— Jaló su brazo un poco. Derek gruñó, pero se dejó hacer, levantándose y siguiendo al chico.

Espera, ¿por qué iban a la ventana?

El pequeño chico salió por ella, y Derek, curioso, hizo lo mismo, encontrándolo sentado en la terraza, donde yacían unas mantas y algunas almohadas (las que no estaban sin relleno, gracias a la ''pequeña'' guerra). Stiles sonrió y palmeó el lugar a su lado, invitándolo a sentarse.

—Es muy bonito todo, pero...— El pelinegro bostezó.— Son las tres de la mañana.

El menor se rió, pero no dijo nada.

Continuaron un rato en silencio, hasta que Stiles decidió romperlo.

—Gracias.— Dijo de la nada.

—¿Eh? ¿por qué?— El lobo talló su ojo, algo confundido.

—Por estar aquí, conmigo. Ahora y antes.— Suspiró.— Aunque te fuiste, sigo algo molesto contigo por eso, pero... Cuando volviste, te quedaste conmigo, y me ayudaste a superarlo todo. Aún me ayudas y...

>>No lo sé, solo gracias.— Le sonrió.— No ignoraste el problema como todos los demás, no lo hiciste menos. No lo apartaste hasta que fue demasiado tarde, simplemente te quedaste ahí y me dejaste apoyarme en ti. No fuiste un hipócrita y no buscaste perdón alguno, solo... solo estuviste allí. Gracias por todo eso.

Derek se quedó inmóvil. Su corazón empezó a latir rápido.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Latía demasiado rápido, demasiado acelerado.

—No es nada, Stiles.— Le sonrió en grande, mostrando todos sus dientes.— Desde ahora, puedes contar conmigo para todo. Estaré ahí, contigo, para ti, siempre.

Stiles se estremeció al sentir el aliento de Derek golpear su rostro.

Estaban muy cerca.

Derek se dio cuenta de que la blanca piel del rostro del menor tenía algunas manchitas (supuso que provocadas por el sol) y unos pequeños puntos negros, estaba salpicada de pecas y lunares, como una pequeña constelación y, por último, de sus labios... aquellos labios que tenían un color rojizo y se veían tan suaves. Aquellos labios que se veían tan carnosos y apetecibles; aquellos labios que estaban entreabiertos, dejando escapar el cálido aliento del chico, que le golpeaba en la cara, haciendo notar a Derek un olor a chicle de fresas y un poco de menta. Aquellos labios que le llamaban, que le invitaban a besarlos.

Y, perdiendo todo rastro de cordura, lo hizo. Se dejó llevar y besó aquellos labios que, aunque lo negara, llevaba tiempo deseando probar.

Y volvió a replantearse aquella duda que él creía y ya se había disipado.

¿Le gustaba Stiles?, la respuesta era un claro y conciso, sí.








©Ade

Void, void, void |Sterek| EDITANDOWhere stories live. Discover now