Capítulo XIII

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A la mañana siguiente fue Guillermo quien tocó el tema del golpe en Bartholomew.

—¿Has estado en una riña, hermano?

Papá no dejó de comer y mamá había fruncido las cejas.

—No —le respondió él sin apartar la mirada de su desayuno.

—¿Quién te ha golpeado?

—Guillermo, termina tu desayuno —le pidió papá. Guillermo solía ser demasiado impertinente si no lo detenían.

—Un pequeño accidente —respondió Bartholomew.

—¿Qué accidente? Me gustaría saberlo —mamá preguntó.

—Si, me gustaría también saberlo —opinó Guillermo.

—Una fastidiosa zarigüeya se me cruzó en mi camino, ya saben, animales enfadosos de muy mal gusto.

Ladeó una pequeña sonrisa, como si hubiese recordado mi vergonzosa anécdota de ayer y fruncí las cejas, concentrándome en mi desayuno.

—Como odio esos animales. Le diré a las criadas poner trampas para evitarlas en la villa —opinó papá.

—Yo no he visto nunca zarigüeyas por aquí —dijo Guillermo.

—Yo sí, una vez me atacó una, pero fue porque la molesté —dijo Alex.

—¿Quieres que mande a llamar al doctor, hijo? —le preguntó mamá a Bartholomew.

—Estoy bien.

—Parece haber sido una riña grave —opinó Cindy.

—No lo fue —dije.

—¿Por qué? ¿Acaso has estado allí? —dijo Anneliese.

—No.

—Hoy es noche de opera —dijo mamá sonriente.

—¿No es mal momento, tomando en cuenta que pasado mañana será la boda de mi hermana? —opinó Anneliese sin ninguna emoción.

—Claro que no, los preparativos están todos listos. Nada puede fallar, en realidad, todo va a salir perfecto. Soy la envidia de la temporada —dijo mamá emocionada—. ¡Oh, mi maravillosa Aurora estará esplendida!

—No hay duda de eso —sonrió papá mirándome con orgullo.

Bart carraspeó hondo y se levantó de la mesa.

—He concluido. Tendré un día ocupado, por favor no permitan que mi ausencia les arruine la noche. Ahora debo irme —avisó mi hermano mayor y se despidió de mi madre y de mi padre y salió de la casa.

—He terminado, debo ir a practicar mis lecturas —avisé rápidamente y me levanté de la mesa, yendo tras Bartholomew.

Lo encontré cruzando el jardín y rápidamente lo alcancé.

—Deberías ver a alguien por el golpe. Podría quedar una marca.

Dejó de caminar y se mantuvo firme mirando al frente, con las manos en sus bolsillos.

—Estaré bien. No es algo grave.

—¿No te duele?

—Siempre que recuerde tu forma salvaje de escapar de tu habitación lograré hacerme sentir mejor.

—Mi forma de escape no debería ser divertido —determiné, molesta.

—Lo es para mí.

—Y para que lo sepas, no soy ninguna zarigüeya.

Se encogió de hombros.

—Ya me ha quedado claro que eres todo un caballero, menos conmigo.

Sonrió de aquella manera tan agraciada que provocaría a cualquier dama suspirar y hacer agitar su abanico, sonrojada.

REALEZA RETORCIDA (+18)Where stories live. Discover now