17. «Nuevas Aventuras»

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Valen inhala profundamente el aire fresco fuera de la casa de su mejor amiga y reposa su peso en una de las paredes laterales de la terraza que conecta al patio para tomarse un respiro de todo

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Valen inhala profundamente el aire fresco fuera de la casa de su mejor amiga y reposa su peso en una de las paredes laterales de la terraza que conecta al patio para tomarse un respiro de todo. Se encuentra cansada, tanto mental como emocionalmente. Eso sin contar su corazón roto.

Está tan concentrada en su mundo interno que no recae en el chico que se acerca a su lado, hasta que este le lanza una pregunta realmente extraña:

—¿Sabés cuánto pesa un oso polar promedio?

Valentina queda enmudecida ante tan raro cuestionamiento y lo mira con una ceja alzada sopesando si debe o no escucharlo antes de enviarlo a pasear; sin embargo, su curiosidad la supera y decide descubrir hacia dónde se dirige el desconocido con semejante primer diálogo.

—Mm, no. No lo sé —contesta honestamente—.

—Yo tampoco, pero supongo que debe ser suficiente como para romper el hielo. Y una vez roto, me presento: Facundo Hernández.

La cordobesa queda con una colorida expresión de película tras tal introducción. «Menudo personaje», es su primera impresión sobre el individuo frente a ella.

—¿Esto es una broma? Decime, por favor, que detrás de aquella columna se esconde una cámara oculta, que solo sos el presentador de algún show de comedia en Internet y que en verdad no acabás de intentar comenzar una conversación real conmigo de ese modo.

—Ya desearía —El chico chasquea su lengua con pesar antes de dirigir su vista lejos de ella, visiblemente apenado—.

—No podés estar hablando en serio.

Pasado el shock inicial, la situación deja de ser impactante para transformarse en graciosa, así que empieza a reír.

—Lamento quitarte la ilusión. Mis amigos me pillaron mirándote hace unos minutos y fueron excesivamente insistentes al desafiarme a venir acá y hablarte con la frase más penosa que se me ocurriera en el camino —Facundo señala a tres pibes más, apoyados desde un árbol a poco más de un par de metros. El trío no se molesta en disimular que la pareja es el objeto de su atención—. Y henos aquí.

—Pues buen trabajo, fue bastante penoso.

Consumido en su propia verguenza, el morocho esconde las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y se balancea sobre sus talones en un impulsivo gesto nervioso.

—Lo sé.

—Pero también fue chistoso, y no creí que reiría en un buen tiempo así que... —Desde esta nueva perspectiva y con una novedosa determinación, la castaña le tiende su mano para presentarse como una persona normal—. Valentina Carvajal. Un gusto.

El chico parece no creerlo (algo completamente entendible después de ese pésimo inicio), aunque igualmente acepta el saludo—: Un placer.

A Valu le gustan los pequeños hoyuelos que se forman en sus mejillas al sonreírle y ese toque brillante y divertido que guardan sus ojos obscuros.

Secuelas de cuarentenaWhere stories live. Discover now