Lealtades en Tensión

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«La Orden Jedi desapareció tras la Orden 66 y Dans Ryder cayó junto con la República. Lo que vimos no fue más que una visión de la Fuerza, Kanan... Y de ese holocrón sith que llevas contigo, Ezra; que no los manipule».



Ahsoka Tano a la tripulación del Fantasma.
Año 15 del Imperio Galáctico.

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     ―¡Abrid fuego!

     ―¡A cubierto!

     ―¡Están por todos lados!

     ―¡Derribad a esos pájaros!

     La vanguardia clon estaba hecha un caos, la batalla llevaba ya seis horas seguidas y las bajas comenzaban a contarse por docenas. La fatiga golpeó igual de fuerte que los disparos de bláster que iban y venían desde todas direcciones, y no podía avanzarse ni un paso sin que una ráfaga arrebatara una vida. La milicia umbarana se había plantado ferozmente en la llanura ubicada al norte de la ruta principal. Krell lanzó a sus fuerzas de choque de lleno contra la línea de defensa local.
     La vanguardia penetró las barricadas, eliminó la resistencia, pero fue frenada en medio del lodazal.
     Delante, el frente estaba iluminado por las antorchas de fuego que devoraban los árboles bioluminiscentes hasta reducirlos a cenizas, al mismo tiempo que la tierra se llenaba de los cuerpos de los soldados caídos.

     Rex se parapetó detrás de una roca, el impacto de un proyectil de plasma electromagnético dejó un hoyo en la tierra y levantó una torre de escombros. El golpe se sintió duro, las piedras se le remecieron bajo las botas de la armadura con un murmullo agudo antes de que volviera a alzar la vista.

     ―¡Dans! ―gritó―. ¡Cuidado! 

     El otro capitán se giró a verlo, el sonido de un segundo proyectil se escuchó cerca y apenas pudo dar tiempo a reaccionar. Las botas cohete lo impulsaron hacia la izquierda unos tres metros, el proyetil impactó, la onda expansiva se dirigió a todos lados y golpeó al capitán de lleno mandándolo a volar unos diez metros de distancia.

     ―¡Médico! ―bramó Carter.

     Tup y Jesse cubrieron al médico mientras se acercaban a toda prisa hacia el cuerpo de Ryder que se retorcía torpemente entre la arena chamuscada y los restos de vegetación marchita. Un mar de disparos pasó por encima de sus cabezas, la luz esmeralda se reflejó tenuemente sobre la superficie de sus cascos blancos decorados de azul y fueron a encontrarse con la flora nativa unos metros más al fondo; avanzar era un martirio, todos tenían los muslos quemándoles peor que el fuego del infierno.

     ―¿¡Cómo se encuentra, señor!? ―inquirió el médico. Se puso de rodillas, se quitó su mochila y comenzó a urgar entre sus implementos de primeros auxilios.

     ―De puta madre ―contestó Dans, estaba recostado boca arriba y sentía un dolor maldito en la espalda; un hilillo rojo le caía de la sien hasta perderse en su ropa y las manos le temblaban a causa del esfuerzo físico de levantar sus S-195 por horas―. Estoy tomando una siestecita. El cielo se ve increíble, casi hasta puedo ver nuestros Venator destrozando el bloqueo separatista. Sublime.

     ―Lo voy a mover un poco ―continuó el clon, debo suministrarle un poco de bioespuma analgésica.

     ―Venga, pero si no me he roto nada ―dijo Dans; acto seguido se movió y sintió una punzada profunda justo debajo de los homóplatos que le hizo esbozar una mueca de dolor―. Ah... Joder, cómo duele esta mierda.

     ―No ha sido más que un golpetazo a causa de la onda expansiva. ―Agregó el médico―. Estará bien.

     ―Mejor, porque esto todavía no acaba ―miró al cielo. Sombras negras revoloteaban por entre las nubes antes de lanzarse en picada contra ellos. 

Fuego Estelar: A Star Wars Fan History IIWhere stories live. Discover now