Introducción

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Se sabe que el tiempo, a medida que pasa, es inevitable poder pararlo. Y el amor que realmente es verdadero, tampoco puede pararse.
Los días, semanas e incluso meses pasaban, y aunque todo avanzara ellos realmente parecían no querer hacerlo.

El amor que se tenían el uno al otro, demasiado perceptible para los demás, podía llenar cada hueco de cada habitación en la que estaban. Incluso podía llenar estadios enteros, así de enamorados estaban.
Cada vez que ambos estaban juntos se notaba en cualquier hueco de cada habitación el amor que el uno al otro tenían.

Y Roberto ya estaba podrido de tener que lidiar con aquella situación que jamás llegaba a algo.

Aquellos días en los que debían reunirse con el cuerpo técnico y él llegaba, creyendo ser el primero, Pablo y Lionel ya estaban ahí, juntos. Conversando animadamente, veía cómo el DT de la selección sonreía de una manera estúpida en dirección a su ayudante de campo, mirando fijamente sus labios como nunca hizo con nadie, y los ojos de Pablo se achinaban más de lo normal con cada sonrisa que le regalaba a su amigo. Un suspiro pesado tendía a salir de sus labios..

O, a veces, Cuando Walter terminaba de ordenar las cosas que debían usar para los entrenamientos, levantaba su vista para encontrarse con la imagen de Lionel y Pablo hablando cerca uno del otro. El primero mantenía una postura bastante autoritaria, que pondría nervioso a cualquiera, mientras que el más bajo de los dos acariciaba su brazo constantemente en señal de nerviosismo.Walter entre suspiros, también pensaba en lo cansado que estaba de la situación.

Hubo una vez en la que Roberto se despertó en medio de la noche sediento, fue a la cocina del predio algo adormilado, y se encontró a Lionel sacando una pastafrola del horno tratando de no quemarse. Cuando lo vio, el pujatense reaccionó  de una manera nerviosa. Pero, cuando notó que se trataba de Ayala simplemente había suspirado aliviado. "No le cuentes nada de esto a Pablo" le dijo con una mano en su pecho. Otro suspiro se hizo presente ante el recuerdo.

Un día en donde Walter despertó temprano para desayunar en silencio, halló a Pablo renegando con su mate, tratando de que quedara lo más perfecto posible. Cuando Samuel le preguntó el porqué de  tal compleja preparación, este contestó "Así es como le gusta el mate a Lio". Y, al ver como luego de pasar el agua de la pava al termo el cordobés se fugó rumbo a las habitaciones, un último suspiro salió pesadamente de sus labios. Claramente cansado ante el recuerdo.

Fabi y Walter estaban sumamente cansados agotados. Estaban frustrados de lo dormidos, boludos y cagones que sus propios amigos eran. Porque esta situación se venía repitiendo desde hace varios meses, incluso podían hablar de años. Ya era tiempo de terminar con este martirio foráneo a ellos dos.

Y en medio de una mateada con Walter, como si de un foquito de luz se tratara, la cabeza de Ayala se iluminó al recordar aquella cena familiar que hubo a principios de mes con su primo.

Había sido en una escapada de fin de semana, había decidido volver a Paraná por ese corto lapso de tiempo antes de comenzar los entrenamientos para el mundial. Se  reunió con su familia y su primo Loyola, estaba ahí.

– ¡Hola Fabi! ¿Cómo estás? – Dijo el morocho extendiendo su brazo para darle un abrazo como saludo, pero se alejó rápidamente al ver como casi vuelca su copa de gaseosa sobre la ropa de su primo. – No puedo ser más opa yo… ¡si será de Dios!

– No pasa nada, primo. Ando bien… pero quería preguntarte algo.

– Sí, decime.

– ¿Cómo hiciste para encarar a tu novio?

El rostro de Javier se tornó de carmín ante la repentina pregunta, había sido muy directo al inquirir aquel dato. Se tapó sus cachetes con una de sus manos y rió nerviosamente, su cuerpo respondía antes que él pudiera hacerlo.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2023 ⏰

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