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—Te la vas a comer toda—dio un codazo Rodrigo como no dejaba de ver a Clara quien estaba con su madre y un grupo de accionistas.

—Ya terminaste el esquema, es para hora, lo sabes.

—Eso está más que listo, solo veo que no dejas de ver a cierta rubia, pareces marcando territorio.

—No sé de qué me hablas, ponte a trabajar.

—Eso hago, pero no puedo evitar decirle a un amigo que tiene cara de borrego, por cierto, se puso buena la fiesta de lo que te perdiste, pero supongo que dejaste sana y salva a la señorita Clarita—Ernesto hizo una mueca caminando de ahí.

Pero dentro de esa seriedad no podía ocultar una gran satisfacción, miro de reojo a Clara y ella hizo los mismo al sentir la mira de Ernesto ruborizando sus mejillas que tuvo que desviar la mirada con tanta vergüenza.

Y claro ella no quería recordar mucho de la noche y el beso de Ernesto, nunca en su vida ha sido tan atrevida como lo fue con él, permitir que alguien que no estaba enamorada lo besara.

Pero el beso de Ernesto se sintió tan bien hasta intimo como si su mismo cuerpo lo aceptara, las manos del hombre apretar su cintura atrayéndola a su cuerpo y cuando ese exquisito beso termino, estaban tan envueltos, que su proposición la acaloro un poco.

—Clara se encargará de hacer las llamadas para la siguiente reunión—escucho decir de Bárbara, despertando. —Clara acompáñame—inquirió su jefa.

Necesitaba concentrarse en su trabajo, nunca había sido tan distraída con sus responsabilidades, pero no podía dejar de pensar en otra cosa, su jefa indico que regresaría saliendo de la oficina y ella debía terminar de elegir las demás reuniones de la tarde.

Miro su teléfono, le había llegado una notificación del abogado, en unos días seria la primera audiencia, esperaba que fuera rápido, no había hijos de por medio así que no le interesaba nada más que dejar que Amador fuera feliz con
Iveth, jamás volvería interponerse en su vida.

Ese enamoramiento solo era algo de su infancia que se hizo un espejismo, ahora podía verlo con más claridad, ya no importa porque lo único que deseaba ella era salir adelante y dar página a todo esto.

Se giró de la silla creyendo que era Bárbara para llevarse la sorpresa de que era el mismo Ernesto.

—Su madre acaba de salir, no tarda en llegar—dijo ella apresurada por tomar sus cosas.

—Clara—el solo decir su nombre la volvió torpe con sus papeleras.

—Sí, dígame señor Aldarte.

—¿Señor Aldarte? Demasiado formalismo no lo crees Clara.

—Es solo que...Yo—Clara respingo como el deslizo su índice sobre su mejilla.

—Me has evadido desde hace dos días, solo nos saludamos y no te veo, es por....

—Creo que no debemos hablar de eso, estamos en el trabajo. —para Ernesto le pareció tierno su evasiva que hasta lo comprendía.

—Se dónde estamos y si te pido que no me hables de tu solo cinco minutos Clara miranda.

Clara se dio la vuelta para quedar justo enfrente de él, su loción masculina le pareció exquisita, como esa noche, aun podía sentir el olor de su perfume en su ropa.

—Necesitas algo —fue lo único que podía a decir.

—Clara...

—Ernesto, dios me siento avergonzada, podría dejar de verme así, me siento incomoda—expreso tapándose el rostro.

Amame, Antes de que me VayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora