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Aunque la noche había parecido un poco triste, al final ambos se acostaron en la misma cama mientras veían una película de terror, que en lugar de asustarlos los hacía reír un poco por las tontas situaciones que planteaban, eso o tal vez tenían algo de miedo y ninguno de los dos quería admitirlo.

Por la mañana Jackson tomó un baño y se cambio antes de despertar al príncipe, quería estar listo para que luego él pudiera despertar al chico y se arreglara para ir al arcade, dejó un mensaje a Jaebeom dándole la dirección de donde estarían por si querían acompañarlos para pasar sus últimos momentos con Mark, este les había dicho que regresaría a su ciudad natal. Sin más levantó al príncipe.

— ¿Por qué estás despierto ya? — sonaba somnoliento mientras se tallaba uno de sus ojos delicadamente.

— Porque iremos a un lugar, necesito que te bañes y cambies mientras pido el desayuno.

El príncipe rápidamente hizo caso, tenía flojera y estaba cansado pero incluso con eso sabía que sí la recompensa a bañarse y arreglarse era pasar tiempo con Jackson lo valía totalmente. Al salir el servicio a la habitación había llegado y Jackson sólo estaba esperándolo para desayunar, lo apresuró ya que según él, el itinerario estaba muy apretado.

El rubio había estado intrigado todo el camino acerca del lugar al que irían, Jackson se había negado rotundamente a contarle y su única información era que Jaebeom y Youngjae estarían ahí. Claro que cuando cruzó la puerta del local y vio el montón de juegos y maquinas sus ojos se iluminaron y corrió al primer juego que encontró y empezó a mover las palancas.

— ¿Por qué no funciona? — preguntó decepcionado.

— No tienes fichas, Markie — explicó Jackson con ternura mientras tomaba su mano.

— ¡Nosotros sí! — avisó Youngjae apenas los vio, parecía que ellos ya llevaban un poco más de tiempo ahí porque incluso tenían algunos tickets de otros juegos.

— ¿Me vendes una?

Claramente un príncipe nunca pediría algo regalado, tenía que dar el ejemplo y no regatear ni pedir gratis algo que tiene un valor para los demás, eso sería abuso de poder, aunque ahí no tenía poder alguno.

— Compramos para todos — Jaebeom extendió una bolsa con fichas a Mark —. Esta es de ustedes, solo compramos cincuenta para cada uno, úsalas sabiamente.

Jackson negó a lo dicho por su amigo. — Úsalas en lo que quieras, puedo comprarte más si te las acabas, no pienses en las fichas.

Youngjae miró a Jaebeom con burla y este lo ignoró agarrando a Mark del brazo para mostrarle unos juegos. — Es tan lindo.

— Estás enamorado, Jaebeom es tonto, no lindo.

— Tonto estarás tú. Jaebeom es muy lindo, más que Mark — soltó Youngjae a la ligera, para él Jaebeom era el hombre más guapo que había pisado la tierra.

— ¡Sueñas!

— Sí, con Jaebeom, ya no pelees por eso. Cada quien sus gustos.

El castaño decidió dejar el tema por la paz y seguir a Jaebeom y Mark que ya estaban jugando un juego de carreras en el que, por supuesto, Mark era malísimo. La tarde había pasado de esa manera, todos jugando y recolectando tickets de las pocas maquinas que los daban para cambiarlos al final por los premios que estaban en el lugar.

— ¡Quiero ese! — apuntó Mark al peluche en forma de dinosaurio.

— Markie, puedes ver uno real ¿cuál es el encanto? — preguntó Jackson en un susurro.

El mencionado se cruzó de brazos. — Es diferente, tú miras perros y conejitos todo el rato y tienes varios peluches de esos.

— ¡Mi mamá me los regaló!

Like a Fairy Tale // MarksonOù les histoires vivent. Découvrez maintenant