CAPITULO 5: El Castillo de Shincal

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Pasaron varios días de intensa travesía para Himeya y sus amigos. El camino a través del bosque y las montañas era arduo y lleno de obstáculos. A pesar de las dificultades y la camaradería que compartían los mantenía en marcha. Cada amanecer era un recordatorio de su propósito, y cada puesta de sol les brindaba un merecido descanso.

Mientras tanto, el equipo de Helena también avanzaba, persiguiendo a sus enemigos con la intención de cumplir su misión de detenerlos. El grupo estaba compuesto por personas con habilidades diversas, cada una contribuyendo con su experiencia y especialización. La líder, Helena, coordinaba los movimientos y estrategias.

El destino los guiaba a todos hacia Shincal, la ciudad perdida en la jungla. Un lugar misterioso cargado de secretos y desafíos que ninguno de ellos podía anticipar. A medida que los días pasaban, el entusiasmo y la tensión aumentaban para ambos grupos. Cada uno sabía que estaban acercándose a un momento decisivo en sus vidas.

11 De Junio - Valle de Catamarca / Hora - 11 : 53 am

Durante los siguientes días, los amigos continuaron su viaje a través de bosques frondosos, montañas majestuosas y valles serenos. Cada jornada estaba marcada por la superación de desafíos y la exploración de terreno desconocido. A pesar de las tensiones previas, su amistad se fortalecía con cada paso compartido.

—¿Alguna idea de dónde estamos en el mapa? —preguntó David, desplegando el antiguo pergamino con el trazado de Shincal.

—Parece que estamos cerca de la entrada al valle de los ríos gemelos. Si seguimos este camino, deberíamos llegar en un día más o menos —respondió Himeya, estudiando el mapa con atención.

Steven observaba el horizonte con determinación. A pesar de las dificultades iniciales y las dudas que lo habían asaltado, su espíritu aventurero se reavivaba.

—Estamos llegando al corazón de la aventura. Shincal nos espera con todos sus secretos —declaró, con una chispa de entusiasmo en sus ojos.

Una tarde, los amigos se detuvieron al borde de un río para descansar y reponer fuerzas. El sonido del agua que fluía calmaba sus espíritus y les brindaba un momento de tranquilidad. Compartían anécdotas y risas para aliviar la carga emocional que llevaban. Mientras se relajaban, David observó con asombro varios peces que nadaban en el río, sus colores centelleantes y gráciles movimientos capturaron su atención.

—Es difícil atraparlos con estas lanzas —bromeó Himeya, aunque una pizca de frustración se colaba en su voz.

—Quizás deberíamos convertirnos en cazadores y recolectores profesionales —añadió David, su tono era juguetón y lleno de entusiasmo. Una chispa traviesa brillaba en sus ojos mientras compartían esa risa ligera que aligeraba el ambiente.

—Vi electrocutar peces en la televisión una vez —comentó Steven, su voz llevaba una mezcla de intriga y emoción.

—¿A qué te refieres? —preguntó Himeya, demostrando genuina curiosidad.

—Conectaré estos cables del poste de luz al río. Más de 220 voltios recorrerá el rio y habrá muchos pescados fritos —aseguró Steven, su tono llevaba confianza y cierta audacia.

—Steven, a veces me asustas —agregó David, con una mezcla de preocupación y diversión en su voz, consciente del riesgo involucrado.

—Tranquilo. Está todo calculado...

Un cortocircuito inesperado sobresaltó a todos, seguido del chapoteo repentino de Steven al caer al río. Himeya y David sintieron un nudo en el estómago de preocupación, sus corazones latían rápidamente. Pero cuando Steven emergió del río, sosteniendo algunos peces en sus manos, un sentimiento de alivio y alegría se apoderó de ellos. El momento, aunque tenso, se transformó en una broma inolvidable y liberadora, y una carcajada compartida llenó el aire.

Las Crónicas De Victory®Where stories live. Discover now