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Ten sentía que seguía cayendo, cayendo, cayendo. Parecía no haber fin de eso. El viento se arremolinaba alrededor del cuerpo del pequeño chico, sus delicadas extremidades girando y agitándose en el aire mientras la frágil figura descendía.

Cayendo, cayendo, cayendo... y luego nada.

Ten se sintió caer contra lo que parecía ser una superficie dura. El suelo debajo de él era frío y áspero, raspando la piel delicada del pequeño chico, lo que le causó hacer una mueca de dolor por el malestar. Justo cuando Ten estaba a punto de abrir los ojos, oyó un ruido fuerte seguido por el peor dolor que había sentido en su vida.

Caía de nuevo hacia el suelo, Ten vagamente escuchó fuertes sonidos huecos y gente gritando. Se deslizó en la inconsciencia con un solo pensamiento en su mente...

La vida en la Tierra es una porquería...

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—Señor, juro que no tengo ni idea de dónde vino. Yo estaba conduciendo y entonces apareció de la nada en la calle.

—Hendery, los chicos no aparecen mágicamente de la nada. Solo porque atropellaste al chico no significa que puedas dar excusas.

—¡Pero yo no atropellé, de verdad, fue como si acabara de caer en la calle del medio de la nada!

Ten abrió los ojos, desenfocadamente adaptándose a su nuevo entorno. Mirando hacia abajo, parecía que estaba en una cama decorada con sabanas de color blanco y una cantidad horrendamente grande de lujosas almohadas de oro. Las paredes de la habitación eran rojas y también tenían una colección de pinturas que Ten sabía que iba a tardar años para apreciarlas de verdad. El chico parpadeó un par de veces. Aquí todo era mucho más oscuro que en el cielo, por lo que le tomó un poco para acostumbrarse.

—¡Oh, está despierto!

Ten rápidamente volvió la cabeza para ver a dos hombres mirándolo. Uno de ellos era bajo y muy delgado, con una mirada de disculpa en su hermosa cara. El otro hombre era un poco más alto y lucia tranquilo, con una cara amable y pelo liso castaño claro que estaba cortado justo por encima de la nuca de su cuello. Ten sonrió a los dos hombres. Ambos se veían bien y eran casi tan hermosos como los ángeles a los que él estaba acostumbrado a ver, por lo que lo puso más cómodo.

—Hola —Dijo el hombre de pelo castaño, su voz era profunda y ronca, tan diferente a la dulce y melodiosa voz que En había escuchado toda su vida —¿Estás bien?

Ten intentó asentir con la cabeza, sólo para sentir un dolor punzante a través de su cráneo. Gritó y se agarró la cabeza, haciendo un puchero lindamente. El hombre de pelo castaño se rio un poco.

—Tu cabeza probablemente duela un poco, ya que fuiste noqueado en el suelo después de golpearte —Explicó con calma —¿Te acuerdas de tu nombre?

—Ten —Gimió el chico, todavía con la cabeza palpitante —Lee Ten.

—Bien, Ten, ¿Puedes decirnos cuántos años tienes o dónde vives? —Preguntó el hombre de pelo castaño. Ten negó con la cabeza, con su puchero creciendo aún más.

—¿Por qué no? ¿No te acuerdas? —El hombre siguió preguntándole con voz tranquila y relajante. Ten negó con la cabeza una vez más.

—No puedo decirte mi edad porque eres un extraño —Respondió Ten con seguridad. No sabía mucho sobre la vida humana, pero cada vez que miraba hacia abajo en la Tierra, siempre veía a las madres diciéndoles a sus hijos que no dieran información personal a extraños. El ex ángel pensó que era una extraña costumbre humana.

"¿Ven? no soy tan malo haciendo cosas humanas"

—Oh... bien —Dijo el hombre de pelo castaño, tratando de no echarse a reír por lo adorable que era el chico —Mi nombre es Wong Yukhei, tengo 26 años y trabajo como abogado personal. Este de aquí es Wong Hendery, tiene 20 años y es chofer, él es el que te atropello. Ambos trabajamos para Qian Kun, el dueño de la casa donde te encuentras en este momento.

Bell | KunTenDove le storie prendono vita. Scoprilo ora