Historia verídica del descubrimiento del café.

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El demonio Crowley tenía no sólo una gran imaginación que lo ayudaba en los momentos más desesperados, también tenía bastante suerte; siempre se encontraba en el lugar indicado cuando a algún humano se le ocurría una idea que sería catalogada como un invento demoníaco y Crowley siempre se adelantaba para adjudicarse la misma.

La verdad es que no tenía que esforzarse mucho en sus tareas designadas, la mente humana era sin lugar a dudas peor que el infierno mismo y tanto cielo como infierno veían incapaz al ser humano de pensar por si mismos, así que si algo malo paso fue Crowley; pero no era la pereza su mayor pecado, hubo una vez en la que se esforzó realmente, en ayudar a que el ingenio malvado del humano no falleciera, así que se metió en la búsqueda intensa de algo que permitiera que la humanidad se mantuviera tan creativa como desde su creación.

Primero intento con el alcohol, se podría colocar en una lista media entre el éxito y el fracaso, ya saben se cometen muchos crímenes con el alcohol como pretexto, pero la verdad es que los humanos solo hacían lo que ya pensaban y después simulaban no saber qué pasó, esa no era la creatividad que Crowley buscaba, más bien era una tontería puramente humana.

Así que vago por varias partes de la tierra, probó toda planta y todo fruto que encontró, hubo demasiado papeleo en en ese entonces, todo justificado como un esfuerzo por traer más almas a su amo, no sabían que el esfuerzo que mostraba era para poder holgazanear más adelante.

Hasta que al fin encontró lo que tanto deseo, paseando por Etiopía allá por el siglo IX, encontró un pequeño fruto rojizo, pendiendo de un largo árbol (parecía que los frutos rojos en árboles eran lo suyo); recogió un par, les retiro las cáscaras y consumió la pulpa. Dulce, ácida, un poco alucinógena, tras comer más de estos ya que eran un tanto adictivos, se dio cuenta de que eso era todo lo que había buscado.

Fue entonces cuando la imaginación y la suerte se juntaron dentro de él, aunque también tuvo que hacer uso del encanto o quizá fue realmente la hipnosis propia de una serpiente; conocio a un grupo de humanos, a varios en realidad, lo suficientemente inteligentes para saber cómo procesar todo aquel descubrimiento y como si fuera una pólvora, el café comenzó a esparcirse por todo el mundo conocido.

Varios países crearon sus propias versiones, las que más hicieron felices al demonio Crowley fueron las que eran fuertes, sin un solo gramo de azúcar, llegaban más rápido al sistema nervioso; algunos humanos con el simple aroma ya estaban intoxicados, un poco acelerados y listos para todo el día sin un solo descanso, algunos después de muchas tazas se ponían especialmente malvados, aunque fuera solo con sus más cercanos.

Claro que solo se adjudicó que el café acompaño a los humanos en creaciones de destrucción, nunca quiso hablar de todo lo bueno que se había creado gracias a que los humanos podían no dormir durante días, bebiendo de su descubrimiento, esas eran cosas que los altos mandos debían desconocer.

Su mayor fracaso sobre el tema del café, fue que Aziraphael nunca fue muy adepto al café, no pudo completar la tentación con esta bebida; una taza de chocolate, una taza de té, hasta el vino que tanto asco decía provocarle por la época de la apuesta con el pobre de Job, todo eso lo bebía con alegría el buen (entonces) Ángel, pero nunca quiso saber nada del café.

Para Aziraphael era demasiado adictivo y demasiado malo para los humanos, pero nunca condenó a Crowley por esto, sabía que era su trabajo y aunque no apetecía beberlo, le gustaba el aroma que dejaba cerca de su librería por todas las cafeterías que habían estado cerca, tanto que q veces permitía que se inundará el lugar con aquel particular aroma, siempre pensaba en el demonio al sentir el aroma.

Pasaron muchos siglos más y llegó el momento en el que Metatrón había ingresado después de un loco día a la librería con un vaso largo de café, Crowley sintió orgullo, al saber todo lo que se recorrió para que esa bebida estuviera ahora en manos de alguien tan poderoso como lo era la voz del mismo Dios.

Crowley soltó un largo suspiro, estamos en el tiempo en el que Aziraphael lleva tiempo siendo un Arcángel, el arcángel supremo; el suspiro deja una nube suave de aroma a vinos varios, el mismo no podría beber una taza de café, pues el café es el aroma del adiós para él.

A eso olía el aliento de Aziraphael, a eso sabían sus labios, el café ahora era la peor bebida a saber de Crowley. Vaya que era un invento demoníaco, ojalá nunca lo hubiese descubierto.

Presagios Históricos (Fictober 2023)Where stories live. Discover now