14| Lo siento

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Mini maratón 

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14 | Lo siento

¿Alguna vez sintieron el cuerpo muy cansado, casi para creer que se quedarán dormidos en cualquier momento?

Pues bueno, así me siento ahora mismo.

Y lo peor es que el maestro sigue regañándome cada dos segundos, que porque no estoy poniendo atención. ¿Que no entiende que me rompieron el corazón y estoy toda desganada?

Luego de una hora de puros regaños, al fin terminaron.

Salgo despacio del salón y camino sin tener un rumbo en específico.

—¡Lili!

Un grito femenino hace que me gire hacia la dirección de donde provino.

Aprieto un poco mis labios–procurando que no se note–al reconocer quien me llamó.

Erick y Ana están a unos metros de mí, ella tomando el brazo derecho de él, me saluda, sonriente. No me queda de otra que saludar de vuelta.

No me atrevo a verlo a él.

Y comienzo a sentir más nervios cuando noto que se acercan.

—¿A dónde ibas? —me cuestiona, Ana.

—Tengo libre esta hora así que voy a las mesas de afuera—digo el primer lugar que viene a mi cabeza.

—Que mala suerte, yo sí tengo clase—vuelve a decir ella y sonrío bajo.

—Que coincidencia—lo escucho hablar y, por primera vez en el día, me digno a mirarlo—. Yo tampoco tengo clase en esta hora.

Se mira bien, sus expresiones, su forma de hablar, sus acciones me hacen notar que para él el haber dicho "Ey, tengo novia" fue algo x.

—Oh, ¿por qué no van juntos? Para que no estén aburridos—propone Ana.

Sé que no lo hizo con mala intención, pero para mí era mejor no estar tanto tiempo con él, por lo menos en estos momentos.

—Claro, te acompañamos y después Lili y yo platicamos, ¿te parece? —me pregunta, con una sonrisa.

No tengo la fuerza para hablar, solo me limito a asentir.

Acompañamos a Ana hasta su salón, Erick y ella se despiden de beso y yo trato de no mirar.

Ya había tenido mucho.

Caminamos en silencio.

Coloco mi mano izquierda en mi codo derecho, voy jugando a no pisar las líneas del piso.

Algo muy tonto, pero podía despegar mi mente por un segundo.

—Ammm, ¿estás bien?—me cuestiona.

No quito mi mirada del piso.

—Si, ¿por qué no lo estaría?

—No lo sé, te noto rara desde hace varios días, más específicamente desde el viernes.

Si, desde que tiraste todas mis ilusiones a la basura como si eso fueran, basura.

—No tengo nada.

Empujo la puerta y salimos al jardín.

Nos sentamos justo en la mesa que estaba cerca del árbol donde Chris y yo habíamos comenzado todo.

¿Hace cuánto de eso?

Hace un poco más de dos meses.

—¿Desde cuándo? —le suelto de la nada, mientras miro el árbol.

Una carta por errorWhere stories live. Discover now