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—Ya pasaron dos días. Nadie va a estar hablando de lo que paso en la fiesta, todo va a estar bien Samantha— La castaña estaba frente al espejo de su peinador, intentaba peinarse, pero el recuerdo de aquella fiesta abarcaba su mente. Tal vez no era la gran cosa, no es como que las personas estén interesadas en una pelea por mi culpa, ¿verdad? 

Sus palabras por mucho que intentaran calmarla solo la hacían más ansiosa, ella sabía que al menos tenía a sus amigos que la apoyaban, pero no podía evitar sentirse un poco sola en toda esta situación.

—Samy se te va a hacer tarde, ya baja por tu lonche— Se escuchó la voz de su mamá en el primer piso de la casa, la chica salió de su dormitorio y rápidamente el suave olor a café se hizo presente. La castaña tomó su mochila y su mamá le planto un beso en la frente, dándole un sandwich envuelto en una servilla, adentro de una pequeña bolsa de plástico. 

Samantha se subió al carro de su papá, imaginándose todo lo que pudiera pasar cuando llegue a la escuela. Había una gran parte de ella que hubiera preferido quedarse en su casa esa noche, y no podía evitar sentirse muy culpable de todo lo que paso, de todo lo que Leo la hizo pasar. Sus pensamientos fueron interrumpidos por las palabras de su papá, diciéndole que habían llegado. La chica salió de su trance y rápidamente bajo del carro, despidiéndose de su papá, cerrando la puerta por detrás.

—¡Ey!—

—¡Sam!—

—¡Samantha!—

La castaña volteó, y una sonrisa se formó en su rostro al ver a su mejor amiga agitando las manos de un lado a otro. La chica se dirigió a ella alegremente, viendo que Rocío sostenía una cajita de brownies con una nota de color blanco que leía "para samy". 

La chica de lentes le entrego la caja adornada con un moño color morado y compartieron un cálido abrazo, haciendo que las preocupaciones de Samantha se alejaran rápidamente estando con Rocío.

—Gracias, en verdad lo ocupaba. No tengo nada de ganas de ver al idiota de Leo, si no hubiera sido por Félix, él me hubiera...— A Samantha se le escapó una lágrima, la cual rápidamente limpia. Era muy difícil ser así de vulnerable con alguien y se odiaba a ella misma por serlo, pero al mismo tiempo era un poco refrescante saber que contaba con su amiga. 

—No te tienes que preocupar por él, escuche que lo suspendieron porque lo vieron fumando en los baños— Rocío intentaba consolar a su amiga, y esta le regalo una sonrisa  un tanto aliviada.

—¿Vamos a clases?—

—Tengo que hacer algo antes, nos vemos luego—

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—Oye, Jose— Samantha rio un poco cuando vio la reacción que tuvo el chico cuando escucho su nombre. —Prefiero que me digan Félix— El chico vio de quién se trataba cuando se dio la vuelta, se formó una sonrisa en su rostro al ver que la chica de ojos lindos estaba tan cerca de él, la miro tontamente y un poco sonrojado, olvidando por unos segundos que la tenía de frente.

—Solo te quería agradecer, por... Ya sabes— Samantha desvío un poco la mirada, sintiendo como su corazón se hundía un poco al recordar el miedo que sintió en ese momento. —Ey, no pasa nada— Félix le sonreía y la chica no le quedaba más remedio que verlo a los ojos. Los mismos ojos que pudo ver de cerca el día de la fiesta en la cocina, y en la habitación. Los ojos que hacían que en su estómago brotaran mariposas y que tenían un brillo perfecto, la chica le sonrió y los dos quedaron en silencio, admirando secretamente las facciones de cada uno.

—Igual si quieres podemos ir algún día a— Félix hablo hasta que fueron interrumpidos.

—¡Hola Félix!— La chica sonrió al verlo, lo saludo de beso y acto seguido se apoyó un poco en el pelinegro.

—Hola Pau, ella es Samy— Félix las presento y Samantha se veía irritada al ver a la chica, se notaba que ejercitaba regularmente y que su cabello brillaba, que sus mejillas estaban pintadas de un ligero color rosa cuando estaba con Félix o el hecho de que ella era más bonita y más amable con todos. No hacía falta decir que Samantha se sentía bastante amenazada por la pelinegra.

—Bueno, me tengo que ir— Samantha dijo, en ningún momento despegando la vista del frío suelo, secretamente esperando a que Félix la detuviera, pero eso no paso, pues el pelinegro sentía como Paulina lo jalaba hacia la otra dirección para ir hacia la cafetería. 



El hilo se estiraba un poco más, juntando todas sus fuerzas para no romperse.

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Holaaa, volviii les prometí esta actualización. Es un poco de relleno, pero aquí está, los tqm y son los mejores. Ya estamos en 900 vistas!!!! Me acuerdo cuando tenía solo 20. Muchísimas gracias por todo el apoyo en la historia y los quiero millones.

*¨¡Angie!¨*


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