Capítulo 1: Carta de ayuda.

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El palacio del imperio Oriente había sido golpeado por una noticia reciente: El emperador Sovieshu Vikt había traído al palacio a una joven que había conocido hace poco y que había caído víctima de una de sus trampas de caza. Si bien en un inicio solo eran rumores sobre la relación entre el emperador y aquella muchacha, las palabras de la posibilidad de que se volvieran amantes no pudieron evitar llegar a los oídos de la emperatriz. 

Tradicionalmente, estaban permitidas las concubinas en las familias imperiales, tomando como ejemplo al emperador previo, padre del actual emperador, quien en su momento contó con múltiples concubinas dentro de su matrimonio. Las leyes permitían este hecho y Navier Trovi, la emperatriz actual, había sido educada para mantener la compostura en este tipo de situaciones; aún así, no podía evitar sentir una presión profunda en su pecho. 

El matrimonio en juventud había sido conocido como "Un par de amorosos amantes que se unieron para guiar al imperio", aquella llama de amor en años habría ido en decadencia, por lo que era más que obvio que un tercero ingresaría a su matrimonio eventualmente, quisiera ella o no; no tenía una voz lo suficientemente fuerte como para evitarlo. 

Tras una tarde medianamente tranquila, la emperatriz se dirigió a sus aposentos con una suave sonrisa en sus labios; entre todas las dificultades resultadas desde que su esposo había traído a aquella mujer, se encontraba estresada; afortunadamente en su paseo encontró un ave que le brindó una sonrisa y una nota de un dueño secreto; lastimosamente esa memoria no duraría mucho al ella abrir la puerta de su habitación y encontrar a su esposo esperándola con los brazos cruzados. 

"¿Su majestad?"

"Ah, al fin regresa, emperatriz."

Las damas de compañía hicieron un saludo cordial ante la presencia del emperador, quien movió su mano aceptando su saludo, cuestionándose la presencia tan inesperada de su esposo, Navier tomó la palabra.

"¿Qué lo trae por aquí...?" 

"Creo que Rashta necesitará una dama de compañía propia, pero no ha sido fácil hallar a una noble que esté dispuesta."

Rashta. 

Le disgustaba escuchar a su esposo mencionar su nombre.

Rashta era el nombre de aquella joven que había traído lastimada poco antes de que ella regresara al palacio, sus damas de compañía le había informado la posibilidad de que aquella muchacha fuera una esclava fugitiva; pese a ello, decidió mantener las cordialidades y, por el bien de ambas, evitar su presencia.

Ese era su plan inicial hasta el momento en el que la encontró en el jardín, confirmaba su belleza y esa aura de inocencia que lentamente se tiñó de poco conocimiento sobre lo que la rodeaba; debido a que , pese a que Navier correspondió su saludo y procedió a retirarse, la joven se dirigió hacia ella para intentar alcanzarla.

"¡Oye!"

En su intento de detenerla, accidentalmente rasgó la fina tela del vestido de la emperatriz, solo para ser ahuyentada con un golpe en la mano por parte de una de las damas de compañía que servían a Navier. Todo aquello terminó en una escena humillante al llegar el emperador y que este, por haber dañado a su invitada, enviara a dicha dama de compañía a los calabozos por un par de días, pese a la negativa de la emperatriz. 

Ya habían sido más de dos ocasiones en las que el emperador defendía a capa y espada a su, ahora, amante a costa de dañar el honor de su esposa, sin embargo estaba allí, pidiéndole su apoyo para encontrar a alguna noble que pudiera cumplir con el cargo de ser una dama de compañía de aquella mujer. 

El hombre que la culpaba de las desdichas de su amante, le pedía ayuda. 

"Es evidente que se manejan con cautela por que usted no se ha sumado a la búsqueda. Quiero que se encargue de buscar una dama de compañía para Rashta."

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⏰ Última actualización: Oct 06, 2023 ⏰

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Escúchame, mi lady | La emperatriz divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora