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Se mantenía en la biblioteca, leía atento un libro sobre anatomía humana, anotando palabras claves para su próximo examen final.
La chica sentada frente suya jugaba con su lápiz, hace mucho que no estudiaba, solo se dedicaba a mirar aquel tratando de tener la valentía para darle la noticia.
— Estoy embarazada, tengo dos meses.
Soltó y se arrepintió tan rápido como lo dijo.Yeong soltó su pluma, alzó la mirada de aquel libro para ver a la chica.
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Yeong Rhee podía ser el ejemplo a seguir de cualquier padre joven. Tenía la custodia completa de la niña, retomó sus estudios a los dos años de su nacimiento y, nuevamente, estaba por terminar su carrera, manteniendo con trabajos de medio tiempo a su pequeño y, lo más destacable; era el ser más amoroso de todo el mundo con la luz de sus ojos, Ahn.
Pero, en ocasiones todo lo malo llega a personas buenas.
Niños habían estado desapareciendo en Atlanta, era todo un escándalo y Yeong, no descuidó en
ningún momento a su hijo.
Era un día de escuela, cómo cada día dejó a Ahn en la guardería, pasaría por él en la tarde.
Fue cuestión de una hora, la guardería le notificó la desaparición de Ahn.
Una mujer había pasado por él, la chica nueva del lugar le entregó sin rechistar al niño, sin siquiera revisar los contactos de emergencia.
Los días pasaron, nadie sabía nada, la policía lo ignoraba.
Aquel diciembre no hubo fiestas para él.
El cadáver de un niño fue encontrado en un pueblo cercano a Atlanta, entre la carretera.
Era Ahn.
Y Yeong, su primer sospechoso.
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