Capítulo 13

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Bakugou no sabía por qué había venido. No quería ver ni a Hakamata ni a Kirishima. Aún no estaba preparado. Pero Nagi le había empujado a ir, en su opinión estaba listo para seguir adelante, volver a entrar en contacto con la gente. Le había dicho que era una gran oportunidad y que no podía huir. Y por supuesto, como siempre, había tenido razón. Sólo quería evitar lo que vendría, no quería tener que pasar por más mierda emocional, explicar todo esto una y otra vez. Y tenía miedo de cagarla definitivamente. Si no lograba entablar una relación con otro humano ahora, lo más probable era que nunca pudiera hacerlo.

Se miró las manos y pensó en marcharse, huir e intentarlo en otra ocasión. Pero si huía ahora, siempre lo haría. Siempre vería una razón para no llamarle, para no quedar con él, para evitarle. Y esto era importante para el pelirrojo.

Su padre le había contado el honor que suponía ser presentado a este evento. Más aún como artista aún en sus primeros años. Quería ver si el arte del pelirrojo se vería diferente en una exposición real puesta en una pared con un cartelito al lado. ¿O se vería igual que en un pasillo? ¿Seguiría viendo sólo manchas a la luz? ¿Qué cuadros eligieron Hakamata y Kirishima? ¿Podría ser que Kirishima mostrara su visión de Bakugou al mundo?

Nunca podría admitirlo en voz alta, pero le haría sentirse orgulloso. Y Kirishima era ese tipo de idiota que aún apreciaría este tipo de cuadros aunque se hubieran peleado. No pudo resistir el movimiento de sus labios, que querían formar una sonrisa cariñosa.

Así que avanzó, se agarró la capucha y se la colocó sobre la pelusa de diente de león que parecía su pelo. La puerta de la pequeña galería pesaba como si quisiera echar a todo aquel que no estuviera lo suficientemente apasionado en su resolución de ver el arte. Pero qué coño iba a perder él por una puerta de mierda.

El pasillo estaba iluminado con luces doradas, ahuyentando la oscuridad de la noche, haciendo que todo brillara de cierta manera. El salón estaba lleno de gente hablando, todos arreglados y bebiendo champán. Ya lo odiaba. Le recordaba a las pasarelas que organizaban sus padres. Le obligaban a seguir las reglas sociales de esas reuniones.

Se metió las manos en los bolsillos de los vaqueros y atravesó la sala. Había llegado media hora después de la apertura de la exposición a propósito, pero aún así parecía que algunos preferían ser vistos a contemplar el arte.

Cuando estaba a punto de entrar en la verdadera gran sala de la galería, un hombre le miró con la nariz arrugada, como si fuera una rata callejera pidiendo un festín para su cena, y le pidió la entrada. Se lo empujó a la cara. El gilipollas de Hakamata le había enviado una a pesar de que había dicho que no quería venir. El gilipollas casi actuaba como si fuera su tío o algo así.

El hombre emitió un gruñido afirmativo, pero era evidente que no estaba contento con dejarle pasar. Katsuki no le prestó atención, contando su aliento para no estallarle en la cara. No estaba aquí para buscar pelea. Buscar pelea por nada era un derroche de energía. No se hacía nada a sí mismo.

Cuando se repetía estas palabras en la cabeza, casi podía empezar a creérselas y a controlar sus instintos. Sólo era cuestión de práctica.

La gran sala tenía un techo alto y estaba mejor iluminada que el salón. La luz era blanca y limpia, al igual que las paredes. Nada que distrajera del arte en sí. Aunque la sala era bastante grande, sólo había unas 50 obras de arte expuestas. Cada una de ellas a varios metros de distancia. Así que Katsuki empezó a caminar despacio, esquivando a los demás. El primer cuadro que estaba en la pared a la derecha de Katsuki era enorme. Era más grande que el propio Katsuki. Y completamente negro por lo que Katsuki podía ver, y realmente cuestionó la escena del joven artista. Sólo cuando ya casi lo había pasado, algo le llamó la atención y retrocedió varios pasos, mirando más de cerca, viendo líneas casi invisibles que dibujaban el cuadro de personas y animales y otras innumerables cosas, casi ocultas en la oscuridad.

Formas Deslumbrantes - KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora