3. Sin casa.

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El timbre de una bicicleta cercana lo despertó. Abrió los ojos y un frío lo rodeaba por completo.
El aire en su pecho parecía haberse agotado. Su respiración luchaba por ganar constancia y sus ojos parpadeaban asustados, observando a su alrededor. Estaba en el lago, a una orilla de éste y completamente seco de su ropa. ¿Que él no se había metido al agua?
Al parecer se había quedado dormido y sólo había sido un sueño. Aunque para él había sido explícitamente realista...
Mucha confusión asaltaba su mente. Se levantó del piso, aún aturdido por la luz del sol comenzó a sacar las piedritas de sus bolsillos y caminó en dirección a su hogar.

Al llegar se sorprendió por completo, parecía una casa completamente diferente. Verificó el número un par de veces pues tal vez se había confundido, pero no, era el mismo número, misma dirección, mismo todo. En ese lugar debería estar su casa. Pero, no se parecía en nada. La suya era mucho más pequeña y no porque fuera pequeña en sí, sino porque ésta era tres veces más grande y parecía más costosa. Era muy extraño ¿cómo habían hecho sus padres para decorar tan bien en sólo una noche que pasó afuera? Aunque viniendo de su padre, cualquier tontería y situación extraña podía esperarse.

Se acercó más y vio como Randy quitaba la nieve del camino hacia la entrada, y su hermana tomaba de una tacita algo que parecía chocolate caliente o café. Ni idea, pero parecía contenta. Conversaban tranquilos hasta que lo vieron de pie a metros de ellos.

— ¿Papá? — Preguntó. Fue casi como un reflejo. Se sintió como un niño pequeño cuando las palabras salieron de su boca, pues se encontraba desconcertado y esperaba que su padre le diera una explicación a lo que veía frente a él. Lo diferente que lucían ellos dos y la fachada de su hogar.

Randy, más delgado, cuidado e incluso luciendo más joven, giró para ver a Shelly, quien lo veía de la misma manera; extrañada y curiosa. En sus ojos no vio a su hermana quien solía molestarlo hasta hacerlo llorar, en su lugar sólo encontró desconocimiento.

— Uh... Hola, jovencito. ¿Estás... perdido o algo? Preguntó su padre, arqueando una ceja y mirándolo con un poco de desdén

— ¿Qué mierda dices, papá? ¿Están jugando o algo?

Randy no le quitó la mirada en ningún momento, como si fuera un animalito perdido, lo que lo hizo sentir absolutamente incómodo. Parecía no saber qué decirle, igual que Shelly quien tenía el ceño fruncido en confusión.

— ¿Terminaste, Randy? Necesito que- oh, ¿tenemos visita? — Su madre se dirigió a él con una sonrisa en su rostro. — ¿Podemos ayudarte en algo?

— ¿Por... por qué me hablan así, mamá?

Sharon saltó los ojos y observó a su hija y esposo asustada, recibiendo miradas de asombro de ellos también. — ¿Estás- estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Estás perdido? ¿Dónde están tus padres?

— Mamá, por favor ¿pueden terminar todos con esto? ¿Qué buscan tratándome así?

No recibió respuesta de ninguno de los tres, seguían observándolo confundidos y tuvo suficiente con eso. — Está bien, iré a la escuela ¿es lo que quieren? Agh, tratarme así sólo para incomodarme y que vaya a clases... ustedes son increíbles en serio. — Se quejó y giró dándoles la espalda.

No eran muy sorprendentes esas actitudes en su familia, sabía de sobra que ninguno de ellos era normal, por lo que decidió no darle más importancia de la que debía. Eso y que, si lo seguía pensando más, todo tendría mucho menos sentido.
De todos modos su grupo de amigos seguramente debían de saber algo. Su madre normalmente hablaba de todo con Sheila y con quien se encontrara en su camino para hacer las compras. Por lo que era muy probable que, si todo eso era una broma, sus amigos estuvieran enterados de qué era lo que trataba todo.

La vida en la que desaparecí.Where stories live. Discover now