what you think you want

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Durante su último año en la Academia, Kaveh administra su agenda de forma mucho más estricta de lo que sus padres alguna vez administraron su mora. Sus clases y el tiempo que dedicaba a ir y regresar de ellas, sus horas de estudio en la Casa de Daena, comidas cuidadosamente seleccionadas tomando en cuenta el costo y el valor nutricional.

Una visita a Bimaristán cada dos meses para conocer el progreso de su Eleazar y comprar más medicamentos y tres días en el calendario más organizado que puede armar para usar después de exámenes o entregas importantes, porque siempre se enferma al finalizar un proyecto. Ejercicios de fisioterapia en un esfuerzo por contrarrestar la neuropatía periférica, y frotar lociones con aceite de loto de nilotpala en sus manos, aunque no hay evidencia sólida que demuestre que eso ayude, porque necesita sus manos, al menos necesita sus manos.

Kaveh respira y vuelve a prestar atención al diagrama que tiene delante. No tiene tiempo para pensar en trivialidades. No tiene tiempo para nada.

—No necesitas esa regla. Tus líneas son perfectas.

Kaveh no la necesita hoy. Tampoco la necesitó ayer. Pero mañana podría necesitarla y si no la usa todos los días, la gente podría empezar a hacer preguntas.

—No veo por qué eso es asunto tuyo —dice sin levantar la vista del papel.

—Eres ese de la facultad de Kshahrewar, el que tiene fama de negarse a perder el tiempo en "esfuerzos inútiles"—dice quienquiera que sea— Esa regla te está retrasando.

Kaveh, en contra de su buen juicio, levanta la vista. Ojos verdes. Cabello plateado suave. Músculos para regalar.

—Mi nombre es Kaveh— dice, tragándose la atracción que siente tan pronto como la reconoce. Sólo tiene tiempo para esforzarse por lograr una cosa, y esa cosa no es un chico bonito.

—Kaveh —repite el extraño— Soy Alhaitham.

—Maravilloso —dice Kaveh— Ahora, a menos que tengas algo interesante que decir, busca a alguien más a quien molestar.

—Has omitido un paso en tu descripción— dice Alhaitham—. Hiciste los cálculos correctamente, pero no anotaste tu razonamiento para calcular la hipotenusa.

Kaveh suspira porque Alhaitham tiene razón

—Gracias.

Alhaitham asiente y se marcha sin decir una palabra más.

(...)

El dormitorio de Kaveh es pequeño y estrecho, y sólo hay espacio suficiente para una cama y una cómoda. No hay espacio para hacer ejercicio y no puede permitirse nada más caro sin recortar el presupuesto para alimentos o medicamentos. Entonces, para su fisioterapia, va a uno de los pabellones que rodean la Casa de Daena. La Casa de Daena es tranquila de todos modos, porque el Akasha hace que la mayoría de los libros físicos queden obsoletos, y los pabellones que la rodean son aún más silenciosos.

Excepto que hoy no, porque Alhaitham está dentro de su mirador favorito, discutiendo con una delgada erudita de Spantamad.

—El cadáver de Durin es de fácil acceso —dice Alhaitham—. Es posible ir y examinarlo de primera mano.

—No tengo dinero para salir de la ciudad de Sumeru, y mucho menos para viajar a Mondstadt —responde la erudita.

Kaveh suspira. No tiene tiempo para encontrar un nuevo lugar y no es que su discusión esté ocupando espacio físico. Se sienta en el lado opuesto y estira las piernas frente a él. —¿Sobre qué están discutiendo? —pregunta.

—Zinat está escribiendo un artículo teorizando sobre la energía elemental que rodea el cadáver de Durin en Dragonspine— dice Alhaitham.

burn up, burn out | haikavehWhere stories live. Discover now