Prólogo.

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Tiempo había pasado ya desde los acontecimientos del Rägnarok. Los humanos habían vencido y los dioses les dieron una segunda oportunidad, no sin antes darles una advertencia que pasaría de generación en generación.

Aunque algunas deidades aún seguían en desacuerdo por la elección de dejar vivir a la humanidad, debían respetar el acuerdo. Después de todo, eran seres de palabra, además de dioses, la mentira era una deshonra para su título.

Aunque también había algo más que decir; muchos de los dioses y humanos que lucharon entre sí, habían desarrollado cierto cariño entre ellos. Véase a Thor y Lu Bü, ambos siendo tan diferentes y tan iguales al mismo tiempo, ambos compartían una especie de amor apache por el otro, pero, así eran felices, ninguno se quejaba del otro. Además, Loki seguía sin poder creer que Thor sonriera, aunque sea un poco, al estar con él mortal.

Otro claro ejemplo eran Kojiro y Poseidón, este último siendo un completo arisco e indiferente en público, pero cuando se trataba de su antiguo contrincante, era posesivo y hasta celoso al punto de intimidar a muchos. Kojiro estaba encantado, a pesar de lo que muchos creían, Poseidón le trataba mejor de lo que parecía. Caricias, dulces susurros y palabras de amor. Todas ellas exclusivamente para él cuando ambos estaban solos.

Aunque Sasaki a veces solía molestarle que no lo hiciera en público, entendía que a su actual pareja se le complicaba o simplemente no quería mostrarse "sentimental" ante nadie. Le bastaba con una noche junto al tirano de los mares para olvidarse de sus inconformidades.

Otro ejemplo eran Zero y Buda. Zerofuku desde un principio se mostró temeroso a la idea de una relación, más por su inestabilidad y el hecho de sentir envidia por todos, en especial por Buda, pero el hindú se encargo de demostrarle que no todo era tan malo como parecía y le enseño que del odio y el egoísmo, pueden nacer otro tipo de emociones. Que el perdón trae la calma y la serenidad a un alma inundaba por el rencor. Quizá eran la pareja más estable de todas, y no por su manera de tratarse, sino que juntos pudieron alcanzar la iluminación, el cambio a través de las acciones y lo más importante, el amor después del odio.

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Pese a las diferencias de la mayoría, podían llevarse bien y complementarse como una pareja. Ahora solo faltaban dos por entrar en ese concepto: Hércules y Jack.

Ya hacía tiempo que se confesaron lo que ambos sentían, siendo el griego el primero en animarse, seguido del londinense que se mostró más temeroso y rejego a la idea de una relación. Y sin embargo, tal parecía que todo entre ellos iba viento en popa, o eso aparentaban... Pues en algún lugar dentro de aquella acaramelada historia, nunca lograban congeniar en nada y cuando lo intentaban, solo lograban salir más en desacuerdo.

Jack tenía una manera de pensar completamente diferente a Hércules. Él pensaba que el amor era algo que se demostraba con golpes, que el odio era el amor de los asesinos, que sentir un cuchillo en el pecho era lo mismo a decir palabras dulces. Y es que al ser capaz de ver el color de las personas y entender lo que sentían, conocía a la perfección el sentimiento que predominaba en todos: Odio.

Odio conoció, y con odio creció.

Aunque en su pelea Hércules le hubiera demostrado lo que era el color del amor sincero, el color de la valentía, el coraje y la esperanza, él no lo creyó. Ensimismado en creer que todos mentían, así pensaba Jack la mayor parte del tiempo.

Hércules por otro lado, intentaba siempre demostrarle que él lo amaba y que sería capaz de locuras solo por él. Sí, a veces solía desquiciarse por lo necio que podía ser el asesino, pero jamás le demostró odio, su color jamás cambiaba y eso fascinaba y a la vez, hacía rabiar a Jack que no entendía porque no lo odiaba, pero había algo que no sabía. Hércules sentía enojo.

Tal vez enojo por nunca ser tomado en serio, por ser cuestionado hasta por su manera de verlo y cuidarlo y aunque solía desesperarse y mostrar un color diferente al amor a los ojos del britanico, jamás se teñía del color del odio.

Jamás le demostró una emoción negativa. Y es por eso que no comprendía porque el humano se empeñaba en creer que llegaría un momento en que lo hiciera.

Un momento en que le pondría una mano encima o peor aún, que intentaría matarlo. Él no podía hacer eso, y aunque fuera el propio Jack él que se lo pedía, jamás pudo golpearlo o alzarle la voz sin después deshacerse en disculpas.

Jack sabía que lo que hacía con Hércules no estaba bien. Sabía que pedirle que lo golpeara estaba mal. Sabía que molestarlo solo para conseguir un poco de odio estaba mal.

Pero él quería seguir así.

Seguir haciendo daño era lo único que lo hacía sentir completo, era su manera de demostrar... ¿cariño?, ni siquiera sabía como llamarlo, solo sabía que lo hacía sentir mariposas en el estómago y una increíble sensación de felicidad inundaba su corazón.

Hércules jamás protestó por creer que Jack cambiaría. Pero no lo hizo. Jamás lo intento.

Se volvió un cuento de nunca acabar, y aunque todos se lo decían, él estaba empeñado en creer lo contrario. Él amaba a todos aún con su pasado, y es por eso que creyó en Jack. Creyó en que cambiaría y sería diferente con el paso del tiempo, y aunque nada parecía mejorar, él se acostumbro.

Después de todo no podría empeorar.

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El Amor NO lastima. | HerJack. [Editando] Where stories live. Discover now