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"No te vallas de mi lado, No te alejes de esa manera, Quédate conmigo donde los Sonidos de las gotas son placenteras.
Dime mente rota ¿Que es lo que quieres? Te daré todas mis migajas si lo deseas Pero no pongas esos pensamientos en la mesa.
No lo vuelvas a repetir, Todo rincón te escuchara Y los oídos sordos abrirán Solo para complacer tu malestar."
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Se aseguró de que el nudo estuviera bien apretado y se colgó la bolsa improvisada por trapos en la espalda. Hoy era la noche en la que se iría a conocer el más allá del bosque. Sonaba como una idea loca, pero no podía estar más feliz y emocionada por esto. Tenía muchas expectativas.
Se giro un poco para quitar el polvo el vestido viejo blanco que llevaba, era normal que en su especie no llevarán ropa por el abundante pelaje que tenían, pero en esta ocasión era necesario verse bonita y limpia. La gente de afuera podría disgusgutarle un poco.
Se asomo con cuidado por la entrada de su habitación de la cueva, buscando alguna señal de movimiento por parte de alguno de sus hermano. Al ver que no había peligro de ser descubierta, camino de puntitas a la salida, tratando de que sus garras no hicieran tanto ruido al chocar contra el suelo frío de la cueva.
Talón, punta, talón, punta.
Por fin, estaba viendo la luz de la luna a través de la puerta. Ya podía saborear la brisa fresca de la luna que tanto le llamaba, era ta-
_ ¿A donde vas? _
La rubia dejo de moverse al igual que su corazón, por un breve momento pudo sentir un ligero mareo en su cabeza. Se giro con cuidado ante la conocida voz que le habló. Viendo unos grandes cuernos verdes con rallas en la cabeza de su hermano.
