Capítulo 3

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No he logrado dormir, el ruido me es molesto, los soldados son muy ruidosos y no dejan de hablar en los entrenamientos. Hace un mes desde que fui transferida al grupo, comandado por el general Andrew.

—Anna, mi compañera favorita. —Una figura masculina y fornida se posiciona a mi lado, se ha dejado crecer un poco la barba, su cabello castaño está húmedo por el sudor.

—Evans, el general te llamará la atención por estar aquí. —Agito una bolsa con hielo que sostengo para aliviar la inflamación de mi muñeca, hice un mal movimiento al entrenar con una katana y me han otorgado un permiso para descansar.

—¿Y qué hará? ¿Volverme su esclavo? O espera, eso ya lo soy. —Habla con ironía y toma una bolsa con hielo. —Diré que me doble un tobillo, tranquila. —Me sonríe y coloca la bolsa en su tobillo.

—Se dará cuenta... —Le susurro y lo empujó ligeramente de juego.

—Solo me hará correr, nada que no pueda hacer. —Me guiña y yo le dedico una sonrisa. —Te veo con más energía el día de hoy, ¿a qué se
debe? ¿Ya le echaste el ojo a un soldado? —Alza su ceja y le hago una mala cara.

—Sabes que no, solo quiero salir de aquí... —Veo hacia la salida, él sabe que no hablo exactamente de esa, me devuelvo a él, intentó no detenerme a pensar en escapar. — Pero hoy empiezan los entrenamientos a caballo. —Digo con emoción.

—Mmm —dice molesto.

—¿Mmm? ¿Por qué no estás emocionado?

—Cada vez que te subas a Duque pensaras en quien te encerró... y no quiero que arruines los planes por querer quedarte. —Mi sonrisa se borra al escucharlo, frunzo el ceño. —Al parecer tienes al capitán en tus manos.

—¿Disculpa? ¿Cuál es tu insinuación, Evans? —lo veo molesta y me alejo unos centímetros para ver su rostro.

—Lo siento... Solo... No olvides el plan, lo haremos en un par de días y no quiero que te encariñes con un regalo de ese idiota.

—No me estoy acoplando a nada de este lugar, entiéndelo, no necesito que tú también me cuestiones. —Me levanto con indignación, esto es ridículo.

Y lo peor, cree que en este poco tiempo de gritos, amenazas y obligaciones me gusta estar aquí, solo quiero encontrar el momento para ir por el capitán Julian y acabar con su vida, a mí nadie me dirá que hacer.

Salgo de la sala de entrenamiento, irritada, al cruzar la puerta me topo con alguien que iba entrando, logro distinguir una camiseta negra y parte de sus brazos con músculo descubiertos; y solo lo empujo para continuar mi camino, no estoy de humor para pedir disculpas cuando él tampoco ha visto su camino. Al alejarme solo escucho que resopla, lo ignoro.

Continúo caminando por los pasillos de la mansión hasta salir a la nieve, por el enfado he olvidado traer mi abrigo y he dejado mi ropa en los vestidores.

—Ahg, genial, debo regresar. —Extiendo mis brazos y me doy la vuelta, de regreso a la sala.

—Señorita. —Escucho una voz masculina y rápidamente me giro hacia su dirección, deteniendo mi caminata.

—General... —Intento saludar al general, no recuerdo su nombre, solo distingo que es un general por su insignia.

—General James —afirma—, ¿qué hace aquí con tan poca ropa? —me señala el cuerpo completo y bajo mi vista hacia mi vestimenta, unos pantalones cortos, tenis y una camiseta deportiva, es mi atuendo para entrenar. —Tendrá un resfriado si sale así. —Tiene una personalidad formal, el cabello algo largo, pelinegro con canas y ojos celestes, se ve amigable a pesar de tener un tono serio y fuerte.

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