20

27 6 0
                                    

Hace diez minutos que terminé mi tarea de hoy y estoy haciendo tiempo hasta que sea la hora de salir.

Me saco mi antiguo móvil del bolsillo y me lo quedo mirando como si todas las respuestas a las preguntas del universo estuviesen escritas en esta pantalla apagada. Lo he traído conmigo porque aún conservo la ingenua esperanza de que, en cualquier momento, los números del código PIN regresarán a mi memoria por arte de magia, pero, de momento, no he tenido suerte. Es como si un muro infranqueable se hubiese erguido dentro de mi cabeza, a modo de obstáculo, y me estuviese impidiendo llegar a ese dato tan necesario.

Lo peor de todo es que no es el único, empiezo a darme cuenta de que algunos pequeños detalles de mis recuerdos se están perdiendo o difuminando hasta el punto de volverse tremendamente confusos. Al mismo tiempo, otras cosas completamente nuevas ocupan su lugar. Esta mañana, sin ir más lejos, me he acordado del nombre de un perro que tenía a los diez años: "Pipo". El problema es que yo nunca he tenido un perro que se llamase así, fue Yoongi.

—Yoongi, cielo, Hoseok quiere verte en su oficina. —Me comunica Clara, arrancándome abruptamente de mis dilemas internos y, de paso, dándome un susto de muerte porque ni siquiera la había oído acercarse... ¡Qué sigilosa es la cabrona!

—Vale, voy... —Me guardo el teléfono en el bolsillo y recorro ese camino que conozco tan bien.

—¿Ya me echabas de menos? Nunca puedes tener suficiente de mí, ¿verdad? —Le pregunto a Hoseok con un tono burlón, tras entrar en su despacho y cerrar la puerta detrás de mí.

—¡Serás! —refunfuña, entre risas, al tiempo que deja su sitio para venir a mi encuentro.— Sabes que disfruto de tu compañía pero...

Antes de que pueda acabar la frase, me lanzo sobre su boca y lo empujo con todo mi cuerpo hasta que su culo toca el borde del escritorio. Lo agarro justo por debajo de las nalgas y lo levanto en peso para sentarlo sobre la mesa. Luego, me cuelo entre sus piernas, forzándolo a que las abra más para mí y dejando su entrepierna totalmente vulnerable ante el asalto de mi cuerpo que se pega y restriega contra el suyo.

—¡Niñato en celo! —farfulla Hoseok con la respiración entrecortada, mientras mis labios se cierran en torno al lóbulo de su oreja.— Yoongi... no... no te... he llamado para... esto. —Trata de protestar, pero, al mismo tiempo, profundos suspiros se escapan de su garganta y sus brazos, que antes caían laxos a los lados, rodean mi cuello posesivamente.— Tengo que... he pensado... ¡Jodeer!

Me restriego más fuerte y rápidamente contra él, haciendo que nuestras incipientes erecciones choquen y se froten entre ellas a través de las telas de nuestros pantalones.

—¡Me muero por follarte! —Le susurro al oído sin pensar, y tardo varios segundos en comprender completamente el verdadero significado de lo que acabo de decirle.

—Aquí no... en casa. —responde con un casi imperceptible hilo de voz.— Yoongi, seguimos en el bufete... —Señala como si eso no fuese obvio.— Puede... puede entrar alguien... esa puerta no tiene pestillo... Yoongi, para, por favor.

—¡Dios, perdona! —Me disculpo acalorado y doy un paso hacia atrás para dejarle un poco de espacio.— ¿Qué... qué ibas a decirme?

—¿Qué? ¡Ah, sí! —murmura, mientras trata de normalizar su respiración.— Quiero echar un vistazo en el despacho de Sandra antes de que la familia se lleve sus cosas. No creo que guardase allí las pruebas, pero he pensado que quizá encuentre alguna pista que me ayude a hacerme una idea de qué tengo que buscar o dónde está. Y voy a ir a última hora, cuando todos se marchen a casa. Te lo cuento porque supuse que querrías acompañarme...

—Pues has pensado muy bien.

—Vale. Siéntate. Ya casi es la hora, así que esperaremos aquí a que se vacíe el bufete. —Vuelve a su sitio.— Lo otro queda pendiente para esta noche... ¿Tienes lo que nos hace falta o hay que comprar?

Inconcluso (YOONSEOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora