ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 5.

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No podía expresar lo mucho que odiaba a Kirishima en estos momentos.

Nos encontrábamos ambos fuera del aula patéticamente con dos cubetas llenas de agua en cada mano. Por su parte, los idiotas de nuestros compañeros husmeaban por la ventana y lanzaban una para nada sutil risotada que podía escuchar aún con el vidrio de por medio. Inhalé y exhalé profundamente para tratar de controlar mis inmensas ganas de gritarles a todos que se metieran en sus putos asuntos y Kirishima, al notar mi evidente hastío, tocó suavemente mi brazo con el suyo.

—Al menos no nos suspendieron —dijo en su inútil intento de animarme.

—Jamás en la vida te suspenderán simplemente por llegar tarde y pensar en colarte a escondidas, idiota —expresé y el pelirrojo miró hacia otro, evidentemente avergonzado por la tremenda estupidez que acababa de decir.

—Perdón —soltó. Lo miré sin entender porqué se disculpaba-. Ya sabes, por hacer que te descubran.... Es sólo que estaba muy feliz de verte. Habías estado ignorando mis mensajes todos estos días y creí que estabas molesto conmigo —sinceró. Mierda, ¿por qué será que cada vez que pone esa estúpida cara de cachorro abandonado por mi culpa me siento como la peor mierda existente? Quizá porque lo soy, pero no profundizaré en ello en estos momentos.

—Kirishima —suspiré—. Está bien... Digo, no te disculpes, no es necesario. Y no estoy enojado contigo, no tengo razones, sólo estaba demasiado ocupado sintiéndome enfermo como para responder los mensajes —aclaré un tanto incomodo.

Kirishima me dedicó una sonrisa y desde allí no intercambiamos más palabras hasta la hora del almuerzo, en la que él me invitó animosamente a comer con su grupo de amigos, quienes por obligación o no, me recibieron con los brazos abiertos.

—Hombre, eres realmente explosivo, ya veo porque nadie se te acerca —exclamó el idiota de Kaminari mientras comía un sándwich que compró en la cafetería.

—Y tú eres jodidamente insoportable, ya veo porque ninguna chica te hace caso —escupí con desdén. Cualquier otro en su lugar se habría enojado e ido por mi mal comportamiento, pero él sólo rió. Ahí entendí que realmente era un idiota sin cerebro.

—Kirishima habla mucho de ti —comentó la de mechas teñidas de rosa-. Si no te me hubieras confesado creería que estabas enamorado de él, Kiri —finalizó riendo. Allí estaba, otra vez ella y sus innecesarios comentarios. Observé a Kirishima, quien sobaba su cabeza y reía a modo de afirmación, notablemente incómodo. Chasqueé la lengua.

—Si tuvieras un poco de cerebro hubieras pensado antes de hacer tal comentario. Ha sido totalmente innecesario. Hasta un imbécil como yo tiene un poco de tacto —le respondí. Ella abrió sus ojos y cerró sus labios en una perfecta línea recta, evidentemente sin saber qué diablos decir—. ¿Es que todos tus amigos son unos completos idiotas, Kirishima? —le pregunté.

—Oh vamos Blasty, sabes que Mina lo dijo bromeando. No te lo tomes tan literal.

Estúpido.

—Como sea, me largo de aquí.

Ni siquiera di tiempo al pelirrojo de decir una palabra más. No si eso significaba tener que escucharlo defender a la pelirosa.

Las clases posteriores a eso lo ignoré, pero no pareció importarle. ¿Cómo podría siquiera? Se le veía muy feliz revoloteando al lado de la chica que semanas atrás rompió su corazón. Me sentía nauseabundo cada vez que los miraba. Enfermo. Repugnado. O quizás sólo eran los celos de alguien que no podía estar junto a él. Los demás integrantes del club de voleibol se acercaban a ellos y los molestaban, Kirishima se avergonzaba y ella por su parte sólo reía, como afirmando que aquello podía ser real. Estúpida.

Saudade  «Kiribaku +18»Où les histoires vivent. Découvrez maintenant