[Capitulo 0]

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Sangre.

El líquido rojo que cubría la tierra era lo único que se podía ver a kilómetros. Como un velo en el atardecer, la tierra teñida del espeso carmesí grito sobre lamentos y la muerte de Miles mientras el viento lloraba su canto agudizado.

¿En que momento todo se volvió así?

Era tan frio.

Aquella noche lluviosa en la que las estrellas temieron mostrar su brillo, una tragedia ocurrió. Una masacre completa dónde el perdón fue no existió, la sangre de culpables y inocentes se mezclaron, de tal manera que el llanto del cielo lucho por limpiar.

Sin embargo, las lágrimas que el cielo derramó pronto se secaron y solo dejaron una sensación de humedad solitaria en el aire.

Nada podía limpiar el vino que mancho la blanca tela.

-Y-yo...

-No hables.

Swoshhh-!

Hubo un sonido blanco cuando el filo llena de muerte chillo atravesó la carne. La herida abierta sangro, Pero la daga no abandono el pecho atravesado. El cabello dorado alguna vez llamado el más hermoso, yacía cubierto de suciedad y mugre, pero aún así la nobleza en su sangre no se podía engañar.

Era repugnante y elegante a la vez.

—Ja... Ja... Mierda, solo muerete ya.

La mano que se aferraba a la daga tembló dolorosamente mientras yo me aferraba a mi conciencia.

Está estúpida constitución...

Deon hart mordió su labio con fuerza.

—Deon hart... sabes que no lo haré.

—Incluso un maldita cucaracha aceptaría la muerte limpiamente, pero tú te sigues a Ferrando a la vida.

—Jaja...

Deon levantó la mano y abofeteo la mejilla pálida del emperador.

—Ciera la boca, escucharte tu voz solo hace que mi ira aumente.

—Mi Omega me golpea... Interesante- keuk-!

Deon hart volvió a abofetear la mejilla del emperador. Con una mirada fría, tomo el rostro delgado del tirano que alguna vez fue el más poderoso del imperio.

—... Pudiste decirlo.

—... ¿Aún recuerdas eso? Ah. No sirve de nada lamentarse. Los muertos no regresan a la vida.

—Silencio...

Apretando los dientes, los ojos de Deon hart mostraron un destello de arrepentimiento.

'Lo se mejor que nadie.'

Fue breve, Pero el emperador que había visto más tiempo que nadie las diferentes expresiones de Deon hart pudo notar la breve fluctuación en sus emociones. Levantando su mano temblorosa, el emperador acaricio la mejilla de Deon con suavidad.

—¿Aún estás triste?

Deon hart se estremeció.

—¿Por qué te afecta tanto?

—Tan irritante...

Deon aparto la mano del emperador bruscamente. Apretando el agarre sobre su daga, la frialdad en sus ojos se endureció.

Esos ojos...

Esos ojos que me miran como si fuera lamentable. Aquellos que sabían muchas cosas que se arrepentían de saber, fueron los que me mintieron descaradamente cuando intenté confiar en ellos.

The Devil and I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora