No. 1.14. Repercusiones I

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Alberu tocó suavemente los mechones mal cortados, había una sonrisa en su boca, una bonita sonrisa amable.

Pero sus ojos eran tan fríos.

Cale no se movió, acostado en su cómoda cama, con sus suaves cogines rodeándolo como un animal que anida.

"¿Quien te dió las tijeras?", Cuestionó, enrollando el mechón más largo, tan suave que se deslizaba entre sus dedos. "¿Podrías decírmelo?".

"...", Cale cerró los ojos, negándose a decir una palabra.

"Lo encontraré aún sino me lo dices, pero habrá graves consecuencias".

Cale cortándose el cabello fue un acto de rebeldía, tras un año de pasivo silencio, este pequeño berrinche casi los lleva al pánico.

Eruhaben aun no lo sabía y nadie quería ser quien se lo dijera.

Alberu se rió, levantandose, su brillante sonrisa hizo que Cale se encogiera, ocultandose entre las gruesas mantas de su cama. "Está bien, será como quieres".





][




Debió haberse matado...

Debió...




][



Cuando fue informado, Choi Han fue silencioso, con un aura pesada a su alrededor que enfrío la villa entera, parecía el monstruo oculto en la oscuridad queriendo devorarlos.

Fue él, el encargado de reunirlos a todos, a todos los sirvientes sin excepción, porque habían fallado en la única tarea que debían cumplir.

Y eso era imperdonable.

Cale los observó, sentado entre las piernas de Alberu, con su brazo fuerte rodeándolo, como un frío grillete que parece aplastar sus costillas, sus pies desnudos en la suave alfombra blanca en la que solía recostarse.

...Hay algo mal en todo esto. Es un sentimiento, como un escenario cuidadosamente montado. Cale entierra sus uñas en la mano que descansa en su vientre, Alberu se inclina sobre él, recostandose en su espalda, tarareando.


Sollozo.


Sollozo.


Sollozo.


Cale respira más rápido, su piel palidece y sus ojos se amplían.

Sollozo.


"Lo entendiste", murmuró Alberu con una sonrisa. "Por favor, mira, no te pierdas un instante, será rápido, lo prometo".


Sollozo.


Los 13 sirvientes arrodillados no se movían, como si hubiesen sido plantados en el suelo de madera que la pequeña alfombra de metro y medio no alcanzaba.

Choi Han no usó su espada, él cogió un cuchillo, un pequeño cuchillo brillante, colocó su mano en la cabeza de la primera persona y jaló, desnudando su garganta mientras la mujer lloraba y balbuceaba, su rostro rojizo se había llenado de venas mostrando el esfuerzo que hacía por moverse, por huir.

Por siquiera mover un dedo.

Alberu tomó el mentón de Cale con delicadeza, antes de que pudiese apartar la mirada.

(Cale no lo habría hecho).

El emperador colocó la barbilla en el hombro de Cale, recargando su cabeza contra la de su hermano pequeño. "Shhh, mira, no te pierdas un instante", repitió, manteniéndolo quieto con tanto cuidado como pudo, temiendo apretarlo demasiado fuerte y terminar magullandolo.

El tesoro que con celo protegen Место, где живут истории. Откройте их для себя