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Yeosang estaba aturdido, muy confundido

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Yeosang estaba aturdido, muy confundido.

Sus tímpanos deseosos de sangrar ante la alarma roja en sus oídos, su nariz picando ante el olor del humor y los gritos furiosos de la voz de un hombre mezclados con chillidos de mujer alrededor. Su cuerpo permanecía entumecido e inamovible, por más que hubiese querido hacerlo, no podía moverse, estaba tan pesado. Abrió y cerró sus ojos, prefiriendo ver la oscuridad de la nada antes que la escena ante él.

Un líquido tibio se escurría desde su frente hacia el suelo, cayendo en gotas. Uno, dos, uno, dos... intentó mover su brazo para tocar con sus dedos de qué se trataba, pero estaba tan entumecido que ni siquiera podía completar una acción tan simple como esa. Su cuerpo era pesado como roca y su corazón tan intranquilo como las olas del mar en una tormenta. Su mente, antes adormecida, comenzaba a despertar y el aturdimiento fue el primer síntoma; decenas de pensamientos cruzados por su mente en un instante, sobreponiéndose unos a otros y causando confusión ante la ausencia de linealidad.

«¡Más te vale no cruzar esa puerta!» palabras lejanas llegaron hasta sus oídos.

Parpadeó, intentando acostumbrarse a la claridad, la luz, pero le era difícil después de tanto tiempo en la oscuridad. Pudo ver un par de zapatos azul de tacón, o quizás eran verdes, no estaba seguro; el sonido del tacón golpeando el suelo fue nuevo, pero de repente ya no había lindos zapatos azules o verdes de tacón, sino un par de pies pálidos y descalzos tocando el frío suelo cubierto con cristales. Hubo un grito, una maldición y un sonido seco; silencio.

«¡Ojalá te pudras en el infierno!» lindas frases fueron dichas.

Yeosang afincó una de sus manos en el suelo, justo en frente de su pecho e hizo un esfuerzo por alzar su cabeza para observar mejor, pero al hacerlo, deseó nunca haber tenido la fuerza. Sus ojos negros la vieron irse, correr despavorida entre llanto y exclamaciones, sujetando una maleta pequeña de color vino y saliendo a la calle descalza. Él iba detrás de ella, pero al oír el escándalo de la mujer, se quedó de pie a un lado de la puerta, observándola con la mandíbula desencajada. Yeosang no la vio voltearse ni una vez, ella se fue sin mirar atrás...

Ella lo había abandonado a su suerte.

Desde ese episodio, han pasado ya dos años y su vida continúa en decadencia. Está a punto de graduarse de la secundaria, a pesar de sus pésimas calificaciones en educación física y componente social; es pacífico y se ha mantenido lejos de los problemas, algunos profesores sospechan que se escabulle detrás de las gradas y abusa de sustancias, mientras que sus compañeros lo ven como un tipo raro del que es mejor alejarse y crear una infinidad de rumores —entre ellos, que él abusa de sustancias detrás de las gradas y en el baño—, pero no podría importarle menos.

A penas puede mantenerse despierto debido a sus episodios de insomnio y cada día que pasa se vuelve más dependiente de su mp3 con los éxitos de Park Jiyoon reproduciéndose, pero aún la vida es buena. Es buena porque conoció Mingi.

THE EDGE OF GLORY | yeogiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora