35 Epílogo 35

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Ocho años después…

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Ocho años después…


―No me gusta lo que te hace esta época del año.

Dejando caer mi plato de papel en el bote de basura de la cocina, miré a Zee por encima del hombro.

―¿No te gusta verme feliz?

―No me gusta verte retroceder. O ver la planta baja de nuestra casa como una cripta espeluznante.

―No fui tan lejos. ―De acuerdo, tal vez lo hice. Había calabazas, lapidas de espuma, telarañas sintéticas y esqueletos falsos por todas partes. Murciélagos de goma y cadenas de luces fantasma colgaban del techo. Incluso tenía accesorios inflables como espantapájaros, brujas y parcas. Mi favorito era el caldero burbujeante que ocasionalmente dejaba escapar una carcajada malvada u otro sonido espeluznante.

La verdad era… me volvía loco con las decoraciones cada Halloween. Dándome la vuelta para mirarlo de frente, dije:

―No me arrepiento de nada.

―¿Era realmente necesaria la máquina de humo? ―se quejó.

Incliné mi cabeza.

―¿Estás seguro de que no solo estás quejándote porque has derramado jugo rojo por toda tu camisa?

―No lo derramé, nuestra hija me lo echó porque pensó que sería ‘increíble’ si pareciera que estaba cubierto de sangre.

Apreté los labios para reprimir una sonrisa.

―Supongo que te refieres a Alicia.

Nuestra hija de cuatro años no era la más apacible de las niñas. Ella insistía en que era una princesa, luchaba con el alma de un luchador de MMA reencarnado y tenía una vena traviesa que parecía incrustada en cada hueso.

―Ella sólo quiere que luzcas, ya sabes… Halloweenado ―me defendí―. Nunca te disfrazas.

―Porque no tengo siete.

―Los adultos también se disfrazan ―le recordé, señalando mi atuendo de anabelle. Me acerqué a él y deslicé mis manos por su pecho―.Es una pena que no lo hagas. Te verías sexy como un bombero. ―Tarareé mientras me besaba, rodeándome con los brazos con fuerza―. Pero esta fiesta en particular ha crecido en ti, lo tomaré como una victoria.

Él gruñó.

―Vamos, te estás perdiendo esta fiesta que insististe en hacer.

―Es bueno ver que lo estás disfrutando ―dije secamente.

Zee mantuvo un brazo alrededor de mi cintura mientras me conducía fuera de la cocina. Al entrar en la sala de estar, tuve que sonreír al ver a los niños bailando el tema de los Cazafantasmas mientras tocaban estatuas musicales.

Zee podría no estar muy contento con el esfuerzo que hice para la fiesta, pero los niños estaban disfrutando. Les gustó especialmente la comida. Muchos de los alimentos se hicieron para que parecieran decoraciones de Halloween, como fantasmas, globos oculares, dedos y momias.

Compromiso laboral -ZeeNuNewWhere stories live. Discover now