02: La famiglia Dominguez

206 12 1
                                    

Angie bajó la escalera vacilante, sin saber dónde encontrar a los Dominguez en el caluroso día de verano.

Pero las voces del jardín trasero la alertaron de su paradero y caminó hacia las puertas corredizas que bloqueaban la casa desde el porche trasero elegantemente decorado. Había una mesa en el medio, sillas de color azul brillante alineadas a los lados y combinadas con un paraguas a juego. Algunos de los otros muebles de exterior estaban cubiertos de hojas secas y paja de pino, pero el espacio alrededor de la mesa estaba limpio como si acabaran de barrer.

—¿Recuperándote de tu viaje cariño?.—Preguntaba
la señora Jimena lanzándole a la extranjera una sonrisa reconfortante, mientras que Angie tomaba asiento devolviéndole la sonrisa. Se acomodo cerca de Brisa y viendo que era el único asiento libre con un plato enfrente, esperando la comida que se iba a poner encima. Angie aún no había comido en el país extranjero y miró con recelo todo lo que cubría la mesa de cristal.

Brisa notó su mirada preocupada, rodó los ojos por ser la única quien se daba cuenta de que Angie no tenia conocimiento de la tradición y entonces tosió con indiferencia, indicándole a la peliazul que la mirara.

La adolescente hizo un gesto sutil hacia el huevo que rompió sin esfuerzo. Angie tomó nota de su sugerencia y tomó un huevo del plato en el que estaban extendidos. Trató de seguir lo que Brisa había hecho, pero terminó con nada más que un lío de yema en su plato una vez limpio.

—Oh cariño, ti auto? (¿Le ayudo?).—Pregunto Mafalda acercándose hacia Angie quien asiente dándole el huevo.

Brisa se golpeo mentalmente por lo tonta que era aquella interna, pero sonrió con diversión ante la escena de una Angie sonrojada que esperaba pacientemente su huevo.

Tierno.

La sirvienta de la familia, Olivia, caminó alrededor de la mesa, ofreciendo jugo a cada miembro de la familia. Cuando llegó a Angie, le regalo una sonrisa al ver como esta recibía su huevo dándole las gracias a la encargada.

—¿Quiere jugo señorita?.—Preguntó con un marcado acento italiano. Angie gira su rostro hacia ella y respondió con un cortés "sí, por favor" y la dama salió del porche, caminando hacia la elaborada cocina. Regresó con cuatro vasos de jugo de naranja y otro huevo roto por expertos.

Olivia comenzó a colocar un vaso frente a cada uno de ellos y el huevo frente a Angie junto con el vaso de jugo. La peliazul al dar un sorbo de jugo casi se ahoga ante el inesperado pero agradable sabor.

—Es albaricoque, tonta.—Brisa rió tiernamente, sorbiendo el dulce líquido.

—¿Te recuperaste de tu viaje, Angie?.—Preguntó la señora Dominguez, el cigarrillo una vez entre sus dedos ahora se apagó en el cenicero desbordado.

—Le puedo asegurar que sí, gracias.—Sonrío hacia Jimena quien asintió conforme. 

—Brisa hija, tal vez podrías mostrarle los alrededores.—Dice el señor Sebastian tomándola desprevenida a la castaña quien alzo su mirada de golpe.—Quiero decir, si es que a Angie le parece bien por supuesto.—Añadió con una sonrisa al ver la mirada de "Ni lo pienses papá" que Brisa le daba.

—Eso sería genial.—Respondió la peliazul.—¿Estamos lejos de la ciudad? Necesito abrir una cuenta bancaria

La Señora y el Señor Dominguez vieron a Angie interesados.

El señor Sebastian sonrió hacía la peliazul.

—Ninguno de nuestros residentes ha tenido una cuenta bancaria local.—Comentó el señor Dominguez, y Brisa pudo escuchar el orgullo que goteaba de sus palabras, ahogándolo en su enfermiza dulzura.

Call Me By Your Name Donde viven las historias. Descúbrelo ahora