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La densa niebla decoraba la noche, el aire era fresco y frío en las solitarias y oscuras calles

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La densa niebla decoraba la noche, el aire era fresco y frío en las solitarias y oscuras calles.

Sin embargo adentro de un establecimiento el ambiente era caluroso y pasional, aunque las dos personas dentro de este no se dieran cuenta de aquello.

Dos jóvenes casi de la misma edad se encontraban haciendo ejercicio a altas horas de la noche en su "gimnasio privado"

Cosa que no era así, pues este era simplemente de un conocido de ambos y este mismo lo dejaba usarlo cuando ellos querían.

Y esta era una de esas ocasiones.

Un chico de hebras azabaches se encontraba en la caminadora haciendo ejercicio y a la misma vez admirando a su mejor amigo hacer ejercicio.

Ya llevaba un tiempo haciendo aquello, sin embargo no tenía el valor ni la fuerza de voluntad para ejecutar lo que su cerebro imaginaba.

Después de otros cinco minutos fue cuando Quackity vió la oportunidad perfecta para deshacerse de la tensión que hace un tiempo sentía con su amigo castaño.

Luzu se sentó lenta y tranquilamente en la máquina para hacer pesas.

Puso sus manos en la gélida barra de metal y empezó a hacer ejercicio.

El menor solo podía imaginar que aquellas manos apretaban su cuello de una manera tan lenta y tortuosa que solo lo querían hacer suplicar por rapidez.

- Oye Luzu, eso se ve pesado ¿Quieres ayuda? - Su boca hablo sola antes de que el pudiera procesar lo que acababa de decir.

El anterior mencionado lo miró extrañado, sin embargo aquella mirada de desconcierto rápidamente cambió a una de lujuria y perversión.

- Por favor, Quackity - Con rapidez el azabache apagó la máquina en la que estaba y caminó con determinación hacia su mejor amigo.

Se sentó provocativamente en el regazo del castaño, puso sus dos manos a lado de las de Luzu.

Ambos se miraron y empezaron a hacer fuerza en la barra para poder sostenerla.

La mirada que compartían era intensa y llena de un claro y palpable deseo, sus respiraciones empezaron a acelerarse cada vez más y no precisamente por el ejercicio.

Simplemente una guerra de miradas, era cuestión de tiempo para que alguno de los dos eliminara el espacio que había entre ellos y hacer realidad los pecaminosos pensamientos que tenían el uno del otro.

Fue después de unos segundos cuando Luzu dejo caer el instrumento en su lugar para agarrar con firmeza las caderas de su contrario y empezó a besarlo con total desespero.

El castaño paseaba sus manos por todo el cuerpo del menor hasta detenerse en sus voluminosos glúteos.

Los aplastaba y abofeteaba de vez en cuando.

𝙶𝚢𝚖 - 𝙻𝚞𝚌𝚔𝚒𝚝𝚢Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang