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Eijiro era atlético. Al menos así es como muchas personas lo describirían. Hacía ejercicio todos los días de forma sana y apropiada, lo suficiente para mantener su contextura muscular. Por eso, hacía mucho que no se sentía adolorido, como la primera vez que haces ejercicio luego de mucho tiempo. Aun así, así se sentía en este momento de la zona lumbar hacia abajo.

Y eso que Bakugo había sido muy cuidadoso con él. Le hizo sentirse realmente querido.

Además de la sensación adolorida, sentía en ese momento un brazo rodearlo por el abdomen, siendo que él estaba recostado de lado, mirando hacia afuera de la cama. Se sentía realmente íntimo el tener una mano así, sobre su abdomen desnudo. Correspondió el gesto colocando su propia mano sobre la de él y entrelazando un poco sus dedos desde arriba.

Escuchó un sonoro suspiro detrás de él. Parecía que lo había despertado.

—Buenos días, Bakugo-san— Dijo, girándose para tenerse frente a frente.

Cambió la mano que tomaba de él, siendo la palma izquierda de Katsuki y la derecha de Eijiro las que ahora unían sus dedos en un movimiento suave.

—Buenas...— Su voz sonaba rasposa por haber despertado apenas.

—Suenas bastante adormilado— Respondió alegremente.

—¿Dormiste bien? ¿Cómo estás?

—Estoy perfecto. Gracias.

Levantó el torso de la cama y se colocó por encima de Katsuki, con ambos codos apoyados a los costados del cuerpo de él, para aproximarse a sus labios y besarlo.

—Qué confianza la tuya, maldito— Dijo Bakugo, antes de elevar su cuello para unirlos en un beso.

—¿Quieres que me quite?

—Yo nunca dije eso— Respondió antes de tomarlo por la cadera y guiarlo para colocarse por encima de él, sentado un poco debajo de la zona del abdomen, cerca de su entrepierna.

—Oye, creo que estás emocionándote un poco de más— Kirishima añadió, al sentir algo por la zona en la que estaba sentado.

—¿Vamos de nuevo o qué?

(...)

Estaba siendo difícil para Kirishima concentrarse en clase, considerando que un lunes a las siete de la mañana debía comenzar con pura teoría y había pasado tres días desnudo y semidesnudo en la casa de Bakugo, dejando la habitación solo para comer e ir al baño.

Pensó que, aunque se sintió realmente halagado cuando él le dijo que lo habría esperado toda la vida, Bakugo realmente se sentía desesperado por hacerlo con él y por eso, considerando los límites humanos, llegaron a hacerlo al menos unas cuatro veces a lo largo de cada día. El resto del tiempo lo pasaban en la cama, viendo películas, hablando o solo besándose.

Kirishima estaba gratamente sorprendido con la creatividad de Bakugo. Había oído de personas que eran creativas respecto a en cuántos espacios de la casa tenían sexo y, no mentiría, fantaseó un poco con la cocina y el baño. Pero Bakugo había logrado que, aunque fueran todas en la cama, ninguna fuera igual que la anterior.

Había comenzado su vida sexual tres días antes y ya sentía que tenía experiencia para responder un examen sobre la anatomía sexual masculina.

Pero bueno, seguir pensando en las expresiones de Bakugo y las palabras y momentos intercambiados no estaban haciendo más que impedir su concentración. Se dio un golpecito en la mejilla y se dispuso a escuchar a su profesor.

Al salir de clase, decidió caminar de vuelta a su departamento. Bakugo le dijo que tendría trabajo todo el día y que no podrían verse.

Ya que lo pensaba, no sabía en qué trabajaba. ¿Qué clase de empleo le permitiría tener una casa de quién sabe cuántos millones de yenes? Su casa era realmente grande, y vivía él solo. No tenía empleados domésticos en absoluto, él cocinaba y arreglaba todo. Le parecía impresionante y admirable.

Prohéroe | KiriBaku/BakushimaWhere stories live. Discover now