16| Mapiri

692 83 26
                                    

Si alguien me preguntara cómo terminamos en esta situación sinceramente no tendría forma de responder. 

Marianne, la tía de Dwade se encuentra sentada frente a mi en está mesita de té mientras que el chico miniatura está sentado sobre la mesa a un lado de mi mano.

Esto por alguna razón se siente como un interrogatorio.

—Cuando deje de saber de ti tuve la sospecha de que algo como esto había ocurrido, esperaba estar equivocada —hablo con tranquilidad la mujer.

—¿Sabías que iba a pasarme esto? —cuestiono Dwade mostrando una expresión sería.

Es un poco sofocante estar aqui.

Me siento fuera de lugar.

Es como esas veces en las que vas de visita a la casa de alguien y su mamá empieza a regañarle por algo random y no tienes más remedio de quedarte en silencio en tu sitio como si no existieras. Así me siento en este momento.

—No, no exactamente —respondio Marianne—. Tu madre me habló un poco sobre ello pero no estaba segura de que tú también fueras así, ella dijo que no era seguro que fuera así...

No soy bueno leyendo a las personas, no estoy acostumbrado a prestarle atención a alguien o algo que no sea mi hermano o yo mismo, pero incluso así puedo notar la inquietud en ella.

No se que tanto le habrá contado la madre de Dwade pero es seguro que al menos sabe la causa de muerte de los Werstein.

—Tia, quiero regresar a mi tamaño normal pero no sé cómo hacerlo. —la voz de Dwade sonó bastante similar a una súplica desesperada al borde del llanto.

—Ay mi niño —pronuncio Marianne en un hilo de lamento—. Quiero ayudarte pero tampoco tengo idea, tu madre nunca me dio detalles de nada.

Dwade apretó los labios mientras pequeñas lágrimas comienzan a escurrir por sus mejillas. Él está suprimiendo sus ganas de llorar fracasando notoriamente en el intento y me hace sentir una opresión en el pecho.

No quiero que el chico que amo llore.

No quiero que esté triste.

No quiero que se sienta frustrado.

De pronto Marianne se puso de pie, fue como si se hubiera dado cuenta de algo, como si supiera que hacer.

—Siganme.

No espere ni un minuto después de que ella saliera del cuarto de Anne para tomar a Dwade en mi mano, darle un rápido beso en la cabeza con la esperanza de calmar un poco su ansiedad para después subirlo sobre mi hombro y seguir a su tía camino a su habitación.

No había mucha diferencia entre la habitación de la mamá de Dwade y la suya, creo que la única diferencia es que ella parece estar obsecionada con los girasoles y no con las rosas, eso le da unas vibras más amarillas a este cuarto.

Con pasos un poco dudosos entramos a su habitación dejando la puerta abierta detrás nuestro. Marianne se puso en cuncliyas frente a los cajones de a un lado de la cama para después comenzar a buscar alguna cosa con desesperación. Ella está sacando —bien se podría decir aventando— cuadernos, maquillaje, hojas de papel, peluches, todo lo que encuentra dentro de sus cajones, incluso lanzó uno de los cajones de madera después de vaciar lo por completo.

Dwade se apego aún más a mi cuello al punto en el que puedo sentir su suave respiración mover un poco mi cabello. Aunque da cosquillas me parece bastante adorable.

—¡Si! Sabía que estaría aquí —dijo Marianne con un tono de voz triunfante— Quizá las respuestas que buscas estén aquí.

Marianne dejo en mis manos una postal. Era una fotografía que parece sacada de algún cuento, un hermoso rio en medio de lo que parece ser un bosque y a lo lejos se vislumbra una pintoresca casa.

Microamor [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora