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⏑◝⭒иιgнτƒαℓℓ ⬞⬚⏑╮ ᴄʜᴏsᴏ ᴋᴀᴍᴏ ᴠᴇʀsɪᴏɴ CAPÍTULO UNO ❝operación: amor emo❞
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❛¡por qué eso hacen los amigos!❜
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Semanas antes de la excursion hacia el museo
Metropolitano de Shibuya.
── Ken, no creo que esto sea una buena idea ─la única voz femenina mencionaba tanto a su amigo como dirigido al resto de su grupo de tercer año─. De todo lo que hemos hecho, esto supera todo lo anterior.
── ¡No seas pesimista, Uraume! ─su amigo le recriminaba para acercarse a ella y pasar un brazo por sus hombros─. El director Yaga y los maestros ya saben cómo somos. Y nos perdonan todo porque ya estamos por salir de la escuela. Unas bromitas no les vendrían mal para que nos recuerden.
Los demás compañeros estuvieron de acuerdo. Ella, aún nerviosa, buscaba razonar con sus compañeros.
Todas las bromas anteriores eran infantiles: llevar animales a la escuela, rumores sobre chinches, aventar globos de agua a todo el que se cruzara, hacer vandalismo a las paredes de la escuela y tal vez alguna mentira de desmayo para no realizar un examen. Sin embargo, ninguna tenía comparación con esta. Las otras veces se habían salvado de no ser castigados por sus profesores, quienes a veces se unían a sus bromas y todo quedaba en risas y un pequeño regaño por parte del director Yaga.
Pero al final, todo lo que se escuchó fue: una explosión, gritos y el rezo de algunos de sus compañeros.
La broma había salido mal. Muy mal. El plan era llenar el salón de gimnasia con humo de colores y confeti, por lo que habian tomado ingredientes del laboratorio de quimica pero alguien había mezclado los ingredientes equivocados y provocado una reacción explosiva que destrozó el aula y llenó el aire de un olor nauseabundo. Los bomberos tuvieron que acudir al lugar y evacuar a todos los estudiantes y profesores. El director Yaga estaba furioso y no tuvo piedad con los responsables.
[...]
Uraume y Ken salieron de la escuela con poca vergüenza, desanimados, pero sobre todo Uraume, quien llevaba consigo una nota de suspensión que debía entregar a sus padres, así como la prohibición de asistir a la excursión del museo de Shibuya junto con sus compañeros, donde ella pensaba declararse a su amado, Choso Kamo, de segundo año. Ken trataba de animarla, pero era inútil.
── Vamos, Uraume, no es para tanto ─le decía mientras caminaban por la calle─. Al menos no nos han expulsado. Y seguro que Choso te espera cuando vuelvas. Él también está loco por ti, se nota a kilómetros.
── No digas tonterías, Ken ─le respondía ella con voz apagada─. Él ni siquiera sabe que existo. Y ahora menos que nunca. ¿Cómo voy a enfrentarme a él después de lo que hemos hecho? Seguro que piensa que somos unos idiotas irresponsables. Y tiene razón. Hemos arruinado todo. ─Se llevó las manos a la cara y sollozó.
── Bueno, el si te conoce ─intervino el.
── ¡¿Enserio lo crees?! ─la alegría volvió a su cuerpo como si su tristeza se hubiese esfumado de su cuerpo.
── Obviamente ─Ken continuo─. ¿Quién no conoce a la chica que siempre se tropieza? La que grita a los cuatro vientos que su futuro novio será el futuro padre de sus hijos ─continúo divagando su ver las expresiones de Uraume──. ¡Oh! Sin mencionar que una vez lastimaste a su hermano, Itadori aventándole una bolsa de galletas- que parecían mas piedras- y le termino por tener un ojo morado y el enojo de su hermano Choso, ósea tu amado.
Para cuando reacciono miro hacia su amiga de cabellos negros para verla callada con los ojos abiertos de la impresión para lugar soltarse a llorar.
── ¡El amor de mi vida me conoce por ser torpe y lastimar a su hermano! ¡así nunca va a amarme!
── ¡Creo que es una conclusión apresurada! ─trato de apaciguar el llanto de su amiga──. Cualquiera en su posición también te vería mal ¡pero no significa que se aleje de ti! Aunque yo y otros chicos lo harían ─susurró lo último, pero no tan bajo ya que vio a Uraume de nuevo lagrimear.
── ¿Por qué te seguí en esta locura? ¿Por qué no me quedé en el salón leyendo manga como siempre?
── Hey, hey, no llores ─Ken la abrazó y le acarició el pelo─. No fue tu culpa. Fue mía. Yo te convencí para que vinieras. Yo fui el que tuvo la idea. Yo soy el que debería estar llorando. Pero no lo hago, porque sé que todo va a salir bien. Porque somos amigos, y los amigos se apoyan en las buenas y en las malas ─se separó de ella y la miró a los ojos─. Es mas que tan si me invitas a comer para que no te pongas triste ¿Qué te parece?
[...]
── Esa es la peor idea que he escuchado proviniendo de ti ─la voz de Ken se escuchaba al otro lado de la línea─. Se supone que yo soy el de las ideas idiotas y tú la que me frena. ¿Y ese cambio de roles?
── Ya tenemos edad para pedir empleo y qué mejor que Diosito se haya apiadado de mi amor puro e incondicional que darme esta señal para estar cerca de él ─ilusionada, brincaba en su cama.
── Resumiendo: perderás las mini vacaciones para pedir trabajo y estar presente en la excursión del museo de Shibuya, en la cual al inicio no querías ir ─recalcó lo último dicho─. Para coquetear con tu emo anémico y declararte a él. ¿Acerté?
── Bueno, si lo explicas así, suena descabellado, pero es una buena oportunidad y tendré dinero, que es algo extra.
── ¡Nunca hemos trabajado! ¡Somos estudiahambres, nos mantienen nuestros padres!
── De todos modos, no te preguntaba ─con ligera molestia, le respondió─. Te estaba avisando y me ayudarás en esto como los mejores amigos que somos.
Un suspiro fue la respuesta del otro lado de la llamada. Los segundos pasaban hasta que al final la respuesta fue dicha: ── Más te vale que cuando salgas de ese museo, tú y ese emo estén agarrados de las manos dándose besitos, porque de lo contrario los amarro a una silla y los dejo abandonados.
