CAPITULO 2: LOS DEMONIOS DEL CORAZON

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Cuando Analy conoció la verdadera traición de un amigo, su corazón se endureció a tal punto que el odio se apoderó de ella hasta la fibra más oculta de su ser.
Tal vez hubiera preferido no haberlo conocido; tal vez hubiera sido mejor no haber hablado con el, pero sus vidas estaban cruzadas por el propio destino.
Una mañana como cualquier otra donde el sol estaba a su máximo resplandor, el cielo se nubló a tal grado que el día se volvió gris y apagado. Los viejos más sabios decían que cuando el cielo se oscurecía en un día lleno de sol, era por que los demonios del corazón atormentaban el alma de una persona herida.
Solo eran supersticiones pasadas de boca en boca, pero la verdad estaba escrita en el corazón de Analy, quien experimentó el dolor de la traición en carne propia. El corazón en ese momento se convirtió en un lugar en donde la confianza se quiebra a pedazos, las lagrimas se hacen presentes y el dolor aumenta con cada segundo que pasa. 

Esa noche el Ángel de los demonios le ordenó a uno de los suyos que se acercara ha ella. Este demonio, llamado Zephyr, era conocido por su astucia y su habilidad para tentar a las almas atormentadas. Zephyr se deslizó sigilosamente hacia el mundo de Analy, listo para cumplir su tarea. Sin embargo, a medida que Zephyr se acercaba ha ella, algo inusual comenzó a suceder. La oscuridad que envolvía su corazón parecía desvanecerse lentamente. Sus pensamientos amargos y llenos de rencor se volvían borrosos. Zephyr estaba desconcertado, ya que su influencia generalmente desencadenaba la negatividad y la ira en las personas. El estaba decidido atormentar el corazón de la chica y dejar que su ira lo alimentara a él, a su ego y orgullo como demonio. Pero su corazón a pesar de sus heridas aún tenía un rayo de esperanza en su ser.
¿Cómo es esto posible? Se decía así mismo aquel demonio desconcertado y lleno de muchas dudas. Era como si Analy estuviera batallando por sobrevivir a los pensamientos negativos que invadían su interior. Y no solo era la traición lo que más le afectaba, pues también su falta de confianza en sí misma y la baja autoestima que se tenía, le afectaban a tal punto que su cuerpo comenzó a pagar los platos rotos de sus pensamientos.

A pesar de las heridas, ella estaba decidida a superar el dolor y el resentimiento. Intrigado por esta resistencia inesperada, Zephyr decidió hacer algo inusual: hablar con Analy en lugar de atacarla. "¿Por qué te resistes tan ferozmente, Analy?" preguntó Zephyr. "Soy un demonio de los corazones heridos, y mi deber es alimentar tus rencores. Pero tu corazón es diferente. Hay una luz en su interior que se niega a apagarse". Analy, sorprendida por la presencia de Zephyr, lo miró con cautela.
"Mi alma arde en llamas por tanto dolor, experimente la traición de alguien a quien apreciaba de la forma más cruda posible, pero me he dado cuenta de que el odio y el resentimiento solo me han lastimado más, haciéndome sentir peor conmigo misma y a menospreciar lo que soy. Quiero sanar y encontrar la paz en mi interior, ya basta de lidiar con los demonios de mi corazón, ya basta de tanto sufrir". 
Zephyr quedó atónito por la respuesta de Analy. Nunca había encontrado una voluntad tan fuerte de sanar en una persona a la que se le había hecho tanto daño. Comenzó a comprender que, a veces, el camino hacia la redención y la curación podía ser más poderoso que la influencia de los demonios del corazón.

A lo largo de las noches siguientes, Zephyr siguió visitando a Analy, pero en lugar de tentarla con pensamientos oscuros, la escuchaba mientras compartía sus pensamientos y sentimientos. La oscuridad que había rodeado su corazón se volvía cada vez más tenue, y la luz de su determinación para sanar brillaba más intensamente. A medida que pasaba el tiempo, Analy comenzó a perdonar a su antiguo amigo por la traición que le había infligido. Aunque la herida seguía presente, ya no la atormentaba de la misma manera. Zephyr, el demonio de los corazones malheridos se había convertido en un testigo silencioso de alguien, quien atravez del dolor aprendió fortalecer su alma por dentro y a ser más fuerte y valiente ante las adversidades de la vida.

Después de esa noche el sol volvió a renacer en los cielos. Analy se despertó con el corazón más ligero de lo que había sentido en años. La herida que una vez la había consumido se había convertido en una cicatriz, un recordatorio de su fortaleza y su capacidad para superar el dolor. Zephyr, el demonio, había cumplido su propósito de una manera inesperada: había sido un catalizador para su curación. Las lágrimas que solían llenar sus ojos se convirtieron en lágrimas de gratitud y liberación. Su corazón, que alguna vez estuvo endurecido por el odio, se llenó de compasión y perdón.

Autora

El dolor que sentimos cuando la vida nos golpea puede ser la más dura de las lecciones en el mundo real. Todos luchamos con nuestros propios demonios internos, aquellos que tratan de hacernos caer ante la idea de que no podemos hacer nada bien, o que no seremos alguien en la vida. Luchamos contra esos demonios que aveces nos llenan de odio y de dolor en el pecho; es como si quisieran que el mundo explorara frente a nuestros ojos y renunciemos a nuestros sueños y metas. Es difícil pelear con tu otro yo y describir lo heridos que estamos por dentro, es una lucha que cuesta y duele demasiado.
Pero de eso se trata la curación de uno mismo, afrontar a tus demonios más internos y hacerles entender que a pesar de las adversidades la esperanza aún brilla en nuestras vidas. Y aunque sintamos que todo está perdido, no olvidemos que "No hay mal que por bien no venga y que el sol siempre volverá a brillar a pesar de nuestras propias tormentas".

El arte de amar a tu otro yoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ