Día 4 - 23 de diciembre

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Desperté aquella mañana con un nudo de pesimismo apretándome el pecho

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Desperté aquella mañana con un nudo de pesimismo apretándome el pecho. A pesar de todos mis esfuerzos por seguir las pistas que Angela me había dado hasta el momento, parecía que todos mis intentos habían sido en vano. No había descubierto nada relevante y me encontraba lejos de dar con el asesino. Las únicas pistas que tenía eran las que obtenía en mis sueños, pero seguía dudando de su veracidad.

Omar se había convencido fácilmente de la autenticidad de mis sueños, pero yo seguía escéptico. Aún no había encontrado una prueba contundente que demostrara que mis visiones eran reales. A pesar de mis dudas, me dirigí hacia la comisaría para obtener más información sobre el otro hombre, que había fallecido, supuestamente.

Durante toda la mañana, me sumergí en mi trabajo de programación y cambié la venda que aún envolvía mi brazo derecho, recordando las palabras del médico que insistía en cambiarla cada dos días para evitar infecciones. La herida seguía doliendo y mantener mi brazo rígido era una molestia constante, pero no quería que se soltaran las puntadas.

Me bañé y me vestí con una cómoda playera de manga larga, ya que podría ocuparla durante el día.

Agarré mis cosas y salí a la calle.

Al mediodía, llegué a la comisaría, un lugar abarrotado de agentes que parecían inmersos en sus propios asuntos.

Del otro lado de la sala, vi a Sánchez dirigirse hacia su cubículo, entonces me apresuré para alcanzarlo.

—Buenos días —saludé.

Sánchez, que era un poco más alto que yo, bajó un instante la mirada.

—¿Qué haces aquí? —preguntó secamente.

—Necesito ayuda con la base de datos —expresé con cautela—.

—No te voy a proporcionar más direcciones.

—No necesito direcciones, solo ocupo que me ayude con algunos detalles.

La mirada de Sánchez se endureció y se notaba la frustración en sus gestos.

—¿Sabes lo que me ha costado evitar que te manden a la cárcel y que descubran mi participación en todo esto? He tenido que encubrir cada detalle del asesinato que, de alguna manera, sé que pudiste evitar.

—De verdad lamento que haya ocurrido esa situación, pero yo no pedí que me diera ese papel. Esa fue su decisión —respondí, tratando de mantener la calma.

Sánchez me miró fijamente y advirtió con seriedad:

—Podría decir que me amenazaste con matar a mi familia si no te proporcionaba la dirección.

—¿Acaso parezco alguien que pueda asesinar a una familia entera? —pregunté abriendo los brazos.

—Mataste un hombre a sangre fría.

A través de sueñosWhere stories live. Discover now